Mercedes Aráoz. Candidata a la segunda Vicepresidencia de Peruanos Por el Kambio y congresista electa (2016-2021).,Mercedes Aráoz se encuentra en Piura y asistirá al debate entre Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori. En esta entrevista conversa sobre la marcha de la campaña. "Buscamos la democracia, mientras que ellos (los fujimoristas) son sectarios", señala. Además, cuenta lo que sintió cuando la bautizaron como 'miss Bagua'. "Fue muy injusto", dice. PUEDES VER: DEA detrás de Fidel Ramírez, hombre clave del financista de Keiko ¿El debate de esta noche será decisivo? No es decisivo, pero sí puede convertirse en un espacio en el que Pedro Pablo Kuczynski pueda demostrar que es un hombre que sabe y conoce al país. Las encuestas sugieren que la diferencia entre Kuczynski y Fujimori será menor. ¿Qué puede decidir la victoria? Que las personas vean que acá hay un equipo con buena fe, mientras que al otro lado la cosa es para preocuparse. Hay un comportamiento que no ha cambiado en el fujimorismo, vinculado con la corrupción, con individuos de dudosa calidad moral. ¿Joaquín Ramírez? Entre otros. Si uno revisa la lista de quienes han ingresado al Congreso ve a personajes relacionados con casos muy complicados. ¿La victoria de Fujimori abre un peligro autoritario? Nosotros buscamos la democracia. En cambio ellos (el fujimorismo) son sectarios y, encima, van a tener un dominio total del Congreso. Todavía no controlan el Pleno y ya han impedido la elección del defensor del Pueblo. Uno ve actitudes autoritarias. ¿Actitudes en la candidata Fujimori o en su entorno? La señora Fujimori la pasó suave en la primera vuelta, vaya una a saber por qué, pero ya en esta segunda vuelta uno ve su carácter: agresivo, acusador, mentiroso, porque miente constantemente, echándole la culpa a otros y nunca asumiendo su responsabilidad. En las primeras semanas de la segunda vuelta se cuestionó mucho a Kuczynski. Daba la impresión de que no le importaba mucho ganar. No es así. Lo que ocurre es que en esas primeras semanas teníamos que mirar con calma lo que había sucedido, revisar los movimientos políticos que se daban, sobre todo alrededor nuestro. La primera semana fue de agradecimiento, de análisis. Luego ya empezamos a viajar por todo el país. Ahora se escucha a un Kuczynski mucho más frontal. ¿Cambió la estrategia? Nuestra estrategia consiste en demostrar que somos un equipo que prefiere la democracia. Ahora, efectivamente, los escándalos de corrupción que uno ve, hace que uno se indigne. Yo estoy acá en Piura, como sabe. Si hubiese habido una inversión real, el río Chira no estaría tan contaminado. La corrupción es un gran problema. Le recuerdo que en el gobierno del padre (Alberto Fujimori) se robaron seis mil millones de dólares según estimaciones serias. ¿Y la hija debe cargar con los delitos del padre? Es que se niegan todos los hechos como si nada hubiera pasado. Y, claro, la señora va a algún lugar y dice 'nosotros hicimos esto'. Sin embargo, cuando los periodistas le preguntan algo, ¿qué responde? Que ella es distinta a su papá. Ahí viene la indignación. ¿No es Keiko diferente a Alberto Fujimori? Son diferentes personas, ciertamente, aunque guiados por una misma forma de hacer política. Sobre sus estudios en Estados Unidos un día dice que su papá le envió la plata, otro que su tía la ayudó, otro que fue un amigo. Mire lo de Joaquín Ramírez: él manejaba la campaña y era secretario general del partido a pesar de ser investigado por lavado de activos. Digamos que Keiko no es muy diferente a su padre. No va a negar que la candidata Fujimori ha hecho un fuerte trabajo político. Sin duda... En cambio, ustedes han empezado casi de cero. Es cierto que el partido es muy joven. Pedro Pablo ha viajado por el Perú mucho tiempo pero la estructura es nueva. Eso es evidente. Aparte, nuestra campaña ha sido austera. Nosotros no regalamos cosas, ni polos ni tazas ni nada por el estilo. Cuando uno compite contra millones de dólares, que ni sabemos de dónde provienen, todo es más difícil, pero lo hacemos. A lo que iba, ¿con un partido tan nuevo es posible mantener unida a una bancada? Hay interés en hacerlo para defender la democracia. ¿No habrá deserciones? Dios mediante, espero que no. No pongo las manos al fuego por nadie, porque no son mis amigos íntimos, ni mucho menos, pero hay una intención manifiesta de trabajar para que este proyecto aporte al país. Si ustedes ganan el 5 de junio, deberán convivir con un Congreso fujimorista. Yo creo que hay que apostar por un acuerdo por el Perú. Tendremos que preocuparnos de tender todos los puentes y cerrar todas las heridas posibles después de una campaña tan horrible como esta. ¿Y por qué le parece una campaña tan horrible? Yo he escuchado más bien que ha sido un poco aburrida. Porque los ataques personales llegan a niveles espantosos. Hablo de insultos, mentiras. A veces ya ni entro a las redes para evitarme eso. Me refiero a esos 'trolls', que en realidad son como instrumentos para el insulto. Me habla de cerrar heridas. Usted ya empezó. ¿Por qué demoró tanto en pedir perdón por lo ocurrido en Bagua? Debo aclararle algo: yo no soy culpable de lo que pasó en Bagua. Lo que ha habido es una reconciliación, por si algo no se entendió. Nunca me quise enfrentar a esas comunidades y mi conversación con el señor Pizango me dio la oportunidad de ponerme de acuerdo. Con los apus actuales hemos conversado también... ¿En El Olivar? Las conversaciones fueron en mi casa, y por eso las fotos son en el parque cercano a mi casa, en Miraflores. Yo los invité a mi casa. Primero hablamos por teléfono y después los invité a almorzar. A usted la bautizaron como 'miss Bagua'. Soy un ser humano y duele mucho que te acusen de algo que no has hecho. Lo que hice fue defender una ley forestal que protegiera al bosque. Hubo errores de comunicación que provocaron esta desgracia. Lloré. Por eso debemos reconciliarnos e incorporar las demandas de nuestros pueblos. ¿Le dolió entonces lo de 'miss Bagua'? Mucho tiempo. Lo conversé con personas cercanas. Era algo muy injusto. Claro, no fue el único apelativo que me pusieron. También me llamaban 'miss TLC', como si fuese un demérito trabajar por tu propio país.