Desconcierto. Pese a contundentes testimonios de abusos mostrados por los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, ni la Policía Nacional ni el Ministerio Público han logrado avances concretos. La falta del testimonio oficial de las víctimas podría conllevar al archivamiento del caso., La fiscal provincial María del Pilar Peralta Ramírez amplió por 30 días más las investigaciones sobre los presuntos abusos sexuales que se habrían producido en el Sodalicio de Vida Cristiana, a fin de tomar la declaración de Víctor Huapaya Quispe, vicario judicial y presidente del Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Lima. PUEDES VER: Caso Sodalicio: La batalla de los cuatro reinos Sin embargo, según explicaron fuentes del Ministerio Público, el caso está por ser archivado. Salvo que Huapaya Quispe entregue información relevante que confirme los abusos e identifique a las víctimas y al o los agresores. Hasta el momento la policía no ha podido encontrar nada. La Dirección de Criminalística de la Policía Nacional reportó a la 26° fiscalía Provincial de Lima que no ha sido posible identificar a ninguna víctima o testigo que confirme los casos revelados en el libro Mitad monjes, mitad soldados, de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz. La versión que se maneja en el Ministerio Público es que los periodistas tampoco habrían revelado la identidad de sus fuentes para el libro. Por otro lado, las presuntas víctimas de los abusos sexuales atribuidos al fundador del Sodalicio, Luis Fernando Figari, tampoco habrían sido identificadas, y sin una persona que relate lo que ha sucedido en esa institución y señale al agresor, es poco lo que la fiscalía podría hacer. Si bien es cierto los indicios aportados en las historias relatadas en el mencionado libro son suficientes para iniciar las investigaciones, pero para avanzar -explican en el Ministerio Público- es necesaria la colaboración de las víctimas. Sin su participación todo podría quedar en la impunidad. Así las cosas, la fiscal ha dispuesto que la investigación continúe en su despacho por 30 días. Se espera que alguna de las víctimas o testigos tenga confianza en el Ministerio Público y se anime a declarar sobre los abusos sexuales cometidos para poder avanzar en las pesquisas. La investigación tampoco se puede mantener abierta por más tiempo. Huapaya Quispe ya fue citado a declarar, pero pidió reprogramar la diligencia por motivos de trabajo. La fiscal evalúa una nueva fecha, en los próximos días para recibir su testimonio. Declaración clave Según las denuncias periodísticas, el Tribunal Eclesiástico habría recibido algunas de las denuncias de abusos sexuales en el Sodalicio de Vida Cristiana, la organización religiosa fundada por el laico Luis Fernando Figari, quien actualmente se encuentra fuera del país. Por tal motivo, la declaración de Huapaya Quispe es vital para la fiscalía, pues es él uno de los llamados a confirmar las historias contadas en el libro Mitad Monjes, mitad soldados y aportar con información adicional, es decir, pasar de los indicios a las pruebas. Los abusos En la publicación Mitad Monjes, mitad soldados, los periodistas Salinas y Ugaz dan cuenta de los abusos presuntamente cometidos por el mismo fundador del Sodalicio, Luis Fernando Figari. Uno de los casos narrados corresponde a un estudiante captado en el segundo grado de secundaria, a quien los periodistas optaron por llamarlo "Santiago", a fin de mantener en reserva su identidad. "Santiago" relató que en forma reiterada fue víctima de abusos sexuales a cargo del mismo Luis Fernando Figari. Para tal fin, el fundador del Sodalicio solía invitarlo a su casa de playa en San Bartolo. “Lo más extraño de todo es que mientras iba penetrándome pedía que me masturbara. Y algo más extraño todavía: después de todo esto me pidió que lo acompañara a misa”, es parte del relato ofrecido por "Santiago". Otro de los testimonios corresponde a un adolescente de entre 14 y 15 años que reveló haber sido obligado a desnudarse para pasar una supuesta prueba de control de su sexualidad. La publicación de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz da cuenta de un promedio de treinta casos de presuntos abusos sexuales y psicológicos que son atribuidos a los líderes de la orden del Sodalicio de Vida Cristiana. Adicionalmente, Salinas denunció hace unos días otro caso de abuso en el Sodalicio. Se trata de las agresiones físicas a cargo de Daniel Cardó, hijo del exministro de Educación del gobierno de Belaunde, Andrés Cardó Franco. Daniel Cardó ejerció distintos cargos en el Sodalicio y agredió física y psicológicamente un sodálite a quien solía tildarlo de "cholo de mierda" y también le propinaba puñetazos en el estómago hasta caer. Indignación El periodista Pedro Salinas, quien escribió junto a Paola Ugaz el libro Mitad Monjes, mitad soldados, consideró que sería indignante que el Ministerio Público archive la investigación de los abusos cometidos en el Sodalicio. “Que se archive me parecería un escándalo. Si se cierra el caso me va a dar pena, pero sobre todo me va a generar indignación”, enfatizó. En su opinión es insuficiente la ampliación por 30 días del plazo de la investigación sobre los presuntos abusos sexuales del Sodalicio. "En total, en sesenta días, yo no sé qué puedes investigar o qué puedes concluir, si a nosotros nos ha tomado cuatro años y medio (la investigación)”, comentó. Una hoja de ruta Salinas mencionó que él aún no dio su declaración formal ante la Fiscalía. “La fiscal (María del Pilar Peralta) nunca ha hablado conmigo", acotó. En cambio sí dijo haber tenido comunicación con una persona encargada de la fiscalía, a quien le entregó información clave que ayudaría a conducir mejor la investigación. "Yo me he reunido con la persona encargada de la Fiscalía y le di una hoja de ruta de teléfonos y direcciones electrónicas de gente del Sodalicio con las cuales debería conversar", aseveró. Diario La República El periodista Pedro Salinas entregó nombres puntuales de personas del Sodalicio que deberían rendir su manifestación. Tal es el caso del superior general del Sodalicio, Alessandro Moroni Llabrés, y también el vicario Fernando Vidal. El periodista también recomendó citar al padre Jaime Baertl, quien habría encubierto algunos casos denunciados sobre abusos sexuales. Asimismo, es vital el testimonio del padre Jean Pierre Teullet quien, dentro del mismo Sodalicio, hizo una investigación en paralelo a Salinas y Ugaz sobre los presuntos abusos sexuales y tendría conocimiento de otros casos adicionales a los ya difundidos en el libro. “Fuera de entrevistar al presidente del Tribunal Eclesiástico, al padre Víctor Huapaya, yo no sé si conversaron con el cardenal Juan Luis Cipriani, él conoce de las denuncias desde el 2011... cómo que no hay casos”, insistió Pedro Salinas. Agregó que si el Estado no ha encontrado a nadie que haya sido testigo o víctima es porque simplemente no lo buscaron. "Lo único que te dice eso es que la Fiscalía no sirve para nada", agregó. Finalmente, cuando se le consultó si interpondría alguna acción legal en caso se llegue a archivar esta denuncia, el periodista expresó que podría considerarlo "seriamente" para evitar que los abusos cometidos en la orden del Sodalicio queden impunes. La Fiscalía ha cumplido muy pocas diligencias Hasta el momento, el único dato significativo entregado por la Fiscalía es el historial de la detención de Daniel Bernardo Meguía Ward, ex integrante del Sodalicio de Vida Cristiana. La captura se produjo el 27 de octubre del 2007, en un hotel del centro de Lima, donde Meguía estaba con un menor de edad. Meguía fue procesado por pederastia, pero en junio del 2011 fue absuelto por la Sala Penal de la Corte Suprema. Desde el mismo Sodalicio también se encargó a una Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación, a fin de investigar las denuncias contra Figari. Mientras que en la Fiscalía tienen un plazo adicional de 30 días para culminar sus investigaciones, en esta Comisión se estableció 150 días, por lo que recién a fines de abril del 2016 se tendrían los resultados de su intervención. Enfoque Mitad lentos, mitad vivazos Paola Ugaz Periodista Era una cena de un día cualquiera de la década del noventa, en una de las casas campestres del Sodalitium Christianae Vitae (SCV) fuera de Lima, cuando de pronto el líder y fundador, Luis Fernando Figari Rodrigo, les pregunta a sus correligionarios quién es el atrevido que puede poner los huevos encima de un plato de la mesa como una prueba de lealtad hacia él y el Sodalitium. Al silencio sepulcral de cinco minutos que recorrió la mesa de siete comensales, le siguió la frase “Yo puedo”, del actual miembro del Consejo Superior del SCV en Roma, Ignacio Blanco, quien se bajó los pantalones y puso sus genitales encima de la mesa, ante la mirada de aprobación de Figari, quien aplaudió a rabiar el gesto de Blanco. De esas y otras pruebas más estaba compuesto el hecho de ser un católico “mitad monje, mitad soldado” para Figari y la cúpula del Sodalicio en el Perú. En esa casa campestre, Figari reprendía a latigazos, bofetadas y les tiraba lo que tenía en la mano cuando veía a los sodálites flaquear ante las insólitas evaluaciones a las que los tenía acostumbrados. Figari no dormía de noche; solo se dedicaba a ver televisión y comer lo que se le antojaba en el momento; por ello, en la casa donde se alojaba tenía que tener despiertos toda la noche entre tres o cinco sodálites a su disposición para servirle sus alimentos y traerle a la voz de "¡Ahora es cuando!" la película o serie de televisión que quería ver en ese momento. Muchos de los miembros de esa y otras casas de formación del SCV sufrían de bajones emocionales y depresiones, hecho que era solucionado por la cúpula sodálite llevándolos ante los psiquiatras cercanos al grupo religioso. Estos especialistas les recetaban pastillas para que el maltrato mental no sea visto como tal y no sucumban bajo ningún motivo su fe ni su fortaleza. El número de sodálites sometidos a estos tratamientos “placebos” es desconocido, pero habla muy bien de un sistema construido para que los miembros no pongan en duda su voluntad ni su propio criterio. Bajo el sofisma manipulador: “solo con nosotros tienes el pasaje directo al cielo“, Figari sometía a sus seguidores a cambio de que le entregue mente y cuerpo a su voluntad. Estas historias están repartidas en centenares de testimonios que hemos seguido recibiendo con Pedro Salinas, con quien publicamos el libro “Mitad Monjes, Mitad Soldados”, el pasado 22 de octubre, en Lima. ¿Por qué la Fiscalía que dirige María del Pilar Peralta no ha tomado ningún testimonio de los presentados en el libro y de los centenares de sodálites repartidos en varios países que han salido a hablar en diversos reportajes en la prensa nacional y extranjera? Hasta el día de hoy no se ha recabado ninguno de los 30 testimonios que figuran en el libro ni se ha buscado a ningún miembro de la cúpula del Sodalitium, ni se han cursado cartas para comunicarse con Figari o con sus abogados. Si bien buscaron a Pedro Salinas para recabar su testimonio, no se le reprogramó una cita para cumplir tal fin. A mí no se me ha citado hasta el día de hoy. Al sacerdote sodálite Jean Pierre Teullet, alias el rebelde, quien ha recabado decenas de testimonios distintos a los que figuran en el libro, tampoco. Mucho menos la Fiscalía ha buscado que declaren como testigos los miembros del Tribunal Eclesiástico que han recibido desde el 2011 los testimonios de los abusos sexuales que figuran en el libro “Mitad Monjes, Mitad Soldados”. Tampoco se ha buscado al cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, de quien dependen las faltas de los religiosos cometidas en la capital peruana. Durante la reunión que sostuvimos Pedro Salinas y esta periodista con el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, nos señaló que la ruta era difícil y cuesta arriba porque se debían probar los abusos sexuales sucedidos hacía más de una década. Para tal fin, se podía otear como una posibilidad el camino de investigar al Sodalicio como organización criminal, tal y como se hizo al investigar al gobierno fujimorista durante la década de 1990 al 2000. Ese y otros caminos de investigación estaban abiertos para los miembros del Ministerio Público. Tras la reunión con Sánchez no cabía en nuestra ecuación que el Ministerio Público iba a tirar la toalla a la primera dificultad.