El dilema de Keiko Fujimori para manejar Fuerza Popular.,Liderar la oposición puede ser tan complicado como presidir el país, pues esa ubicación en el tablero también genera problemas complejos, y eso es lo que debe estar sufriendo Keiko Fujimori en estos días. Eso puede concluirse de la entrevista que la congresista Úrsula Letona concedió el domingo a Fernando Vivas en El Comercio, en donde, con la sinceridad que no suele caracterizar a los políticos, planteó la idea de que el eventual indulto a Alberto Fujimori debiera venir de la mano del aseguramiento de su jubilación política. Interrogada sobre qué esperaría ella de Alberto Fujimori si saliera de la Diroes indultado, Letona contestó que “esperaría que el [ex] presidente goce de este beneficio. Sí creo que si fuese indultado, debería optar por no hacer política”. Y esta congresista –que integra el entorno más cercano a Keiko Fujimori– agregó que “debería aprovechar y vincularse a sus hijos, a sus nietos y dedicarse a descansar”, para rematar que “es importante tener claro que él ya no debería hacer política activamente porque puede prestarse a un juego perverso de manipulación de quienes creen que él no debería salir”. Vivas le repregunta, entonces, que de lo que está diciendo “puede leerse que no debe disputar el liderazgo de Keiko”, y Letona responde que “más que eso, lo difícil sería el aprovechamiento indebido de una persona de la tercera edad”. Cada quien puede interpretar a su manera lo que Letona está señalando, y esta modesta columna lee lo que ella dice de este modo: El indulto debe darse si Alberto Fujimori se compromete a abandonar la política activa y, más allá de eso, a no dejarse usar por quienes quisieran utilizar su eventual liberación como una forma de dividir al fujimorismo, entre los que plantean una línea de cooperación con el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, en vez de una línea de conflicto. Es, precisamente, el dilema que está en el fondo del pleito de estos días que ha tenido al hotel El Pueblo como epicentro, entre los hermanos Keiko y Kenji Fujimori. Kenji prioriza la salida del padre de la Diroes –vía indulto o ley de arresto domiciliario para condenados– y propone un planteamiento de cooperación con el gobierno de PPK, lo que vendría de la mano con un papel político activo de su padre en la medida que su salud lo permita, mientras a Keiko le preocupa la posibilidad de que, suelto en plaza, su padre melle su liderazgo en Fuerza Popular. En este sentido, parece claro que el problema principal de estos días de Keiko no se llama Kenji sino Alberto.