Descubrir trabajadores pasando la noche bajo llave en un contenedor ha traído de vuelta el tema de la esclavitud en el Perú. Pero si bien el uso de cadenas y candados para coactar la libertad de una persona es particularmente indignante, quizás por arcaico, no es lo único que define a un esclavo en estos tiempos. Todos los lugares donde impera el crimen organizado (minas ilegales, burdeles, narcotráfico, trata de personas) alojan esclavos atados por cadenas de violencia que son esencialmente amenazas de asesinato. A juzgar por la cobertura esto indigna menos, quizás por habitual, remoto o poco visible para el público general. Si bien el Perú no ocupa un lugar prominente en el Índice Mundial de Esclavitud (casi 45 millones de personas en el 2016), somos el segundo país en América Latina, y entre 78,000 y 86,000 personas entran en esa categoría, que ciertamente incluye el trabajo forzado, casi todo en situaciones que no necesitan contenedores. Lo que se define como esclavitud moderna ha generado campañas y organizaciones por todo el mundo. Ciertamente las hay en el Perú, y su trabajo es meritorio. Pero tendrán alcances limitados mientras no haya más avances en la lucha contra el crimen organizado, la tolerancia a la llamada informalidad, y la indolencia frente a causas de los pobres. No imaginamos a muchas víctimas durmiendo bajo llave en el submundo del empresariado ilegal peruano, pero sí a millares de niños forzados a hacer trabajo doméstico, de jóvenes llevados a golpes a la prostitución, de obreros sometidos a la centenaria práctica del endeudamiento de por vida. Un panorama que supera a nuestra conciencia. Lo descubierto en Las Malvinas es una pequeña ventana sobre una realidad presente en toda la sociedad, como una de las siniestras urdimbres de la extrema pobreza. El temor es uno de los mecanismos esclavizadores, pero también está la miseria, que puede forzar a las personas a someterse al esclavismo como única opción. Es importante advertir que en enero el papa Francisco visitará la región Madre de Dios, donde la minería ilegal y su entorno económico son un epicentro de la esclavitud en el país. Quienes desde ahora le están dando la bienvenida harían bien en irle preparando un legajo informativo sobre la parte amazónica en este drama mundial. Es importante advertir que en enero el papa Francisco visitará la región Madre de Dios, donde la minería ilegal y su entorno económico son un epicentro de la esclavitud en el país.