Se debe solucionar para que este no sea un lustro perdido.,El conflicto creciente entre el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y el Congreso de Keiko Fujimori está paralizando el país, al afectar a la economía, el crecimiento, la inversión y el empleo, por lo que no sería una mala idea que la gente y las empresas empiecen a presionar a los políticos por un acuerdo básico de convivencia política. Cada persona tiene su propia interpretación de la responsabilidad principal del entrampamiento. Fuerza Popular defiende, como partido mayoritario de oposición, su derecho a fiscalizar al gobierno. Este, por su parte, considera que el fujimorismo no hace control político sino que abusa del poder. Esta columna, como saben sus lectores frecuentes, atribuye la responsabilidad principal del impasse a que Fuerza Popular está más interesada en obstruir que en fiscalizar, pero tampoco libera al gobierno de PPK de culpa en este proceso. El Ejecutivo no ha tenido la capacidad de plantear una estrategia política para una situación como la actual que, sin duda, es compleja, pero ese es el toro que le tocó y el que debe enfrentar, en lugar de esperar, como un náufrago en bote, que la corriente lo lleve, por pura buena suerte, a un destino feliz. El entrampamiento político actual no se va a resolver con la nave en piloto automático. Al gobierno le corresponde tomar la iniciativa a partir del planteamiento de una estrategia realista y transparente ante el país. Es crucial que se entienda que este impasse político afecta la calidad de vida, al obstruir la inversión y la creación de empleo, lo cual perjudica la perspectiva de las familias. En este contexto, la ciudadanía y el sector empresarial pueden y deben ejercer presión sobre los políticos para alcanzar un acuerdo de convivencia básica entre un gobierno débil como el de PPK y un congreso sólido como el de Keiko Fujimori. En este sentido, el 70% considera, según Ipsos, que se debe avanzar hacia una relación constructiva entre el gobierno y el congreso. A su vez, el sector empresarial debe presionar con transparencia a los políticos para llegar a algún tipo de acuerdo. La democracia implica, por supuesto, conflicto y discrepancia, pero este quilombo que se ha armado en el país no es eso sino despelote. Cuatro años más como el que ya pasó, implicaría un lustro perdido. “La convivencia con el partido de Fujimori no es una canción de amor pero funciona”, acaba de decir PPK en Madrid. La verdad es que estamos ante una convivencia disfuncional que debe ser resuelta pronto.