“No interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error” es un genial consejo atribuido a Napoleón Bonaparte. Para los que somos enemigos de toda forma de autoritarismo, de todo recorte estatista de las libertades fundamentales, esta sería una llamada de atención para aguardar silenciosos el desmoronamiento natural de iniciativas políticas de ese corte. La actuación obstruccionista del fujimorismo, hacia afuera; su verticalismo y creciente radicalización, hacia adentro, debería alegrar a cualquiera que quiera que sus oportunidades políticas se reduzcan al mínimo en un futuro, tal vez no muy lejano. Solo observar a Patricia Donayre reclamar a Miguel Torres “que tenga pantalones” y que deje de obedecer a su “jefa” basta para atestar el golpe. No se necesita decir más para notar que no habrá más reforma electoral que aquella que convenga a los intereses de Keiko Fujimori, en el ánimo de controlar la mayor cantidad de variables posibles para ver si a la tercera va la vencida. Sin embargo, las desgracias del keikismo no son buenas para la democracia. No mientras sus 72 sumisos votos tengan 4 años más del control del Congreso. Salvo que nos resignemos a otro quinquenio perdido, la desgracia de esa bancada sometida tendrá un impacto profundo en la estabilidad económica del país, afectándonos a todos. Sin bien es cierto que a Keiko Fujimori le conviene que al Perú le vaya muy mal en todos los indicadores económicos para aparecer como una “salvadora”, al país le conviene exactamente lo contrario.Hace unos meses escribí en esta misma columna la difícil situación de un grupo de mujeres provincianas en la bancada fujimorista. Inexpertas, ninguneadas, amenazadas. Algo ha cambiado. Las cosas se han puesto peor. Un cogollo de sobones más conocido como la “mototaxi” se ha apoderado del grupo. Al fin y al cabo, el keikismo es un libro en blanco en términos de programa. Fujimori, salvo ser Presidenta, no tiene la más remota idea de qué es lo que quiere ni para qué quiere gobernar el país. Hasta el 2011 su agenda de punto único, liberar a su padre, estuvo vigente. A partir del pleito familiar, el 2016 el mensaje fue “desalbertizar” el fujimorismo. Sin embargo, a los pocos meses, el discurso de Harvard no fue más que una mentira olímpica.Un ejemplo de esas profundas inconsistencias pudo observarse esta semana. 15 congresistas fujimoristas votaron a favor –sí, a favor– de mantener beneficios penitenciarios a violadores de niños y niñas. ¿La razón? El proyecto de ley usó la palabra “género”. A ese extremo puede llegar la locura humana. Sin embargo, el plan de gobierno de Keiko Fujimori, plan con el que estos mismos congresistas se hicieron elegir hace tan solo un año, contiene 4 veces la palabra, en tres propuestas, incluyendo “igualdad de género” y “enfoque de género”. Pueden revisar el texto en utero.pe¿Qué quiero decir con este ejemplo? Que ante un libro en blanco, cualquier cosa lo llena. Un grupo de fanáticos sean religiosos o políticos, los herederos del ‘Tío Vlady’, los antiguos corruptos o los de turno, los conspiradores de siempre y los que creen que lo son. Es decir, todas las fuerzas autoritarias, delincuenciales y antidemocráticas parecen estar encontrando su lugar en el universo keikista. Un universo donde ella gira (o cree girar) al medio, como un Dios Sol, mientras los que pueden usan el poco o mucho poder que tienen para obligar a una mayoría de congresistas a trabajar bajo el régimen del terror y de las venganzas personales.A veces no sé si la Mototaxi trabaja para Keiko o para sus enemigos. Lo cierto es que a este ritmo no llegará muy lejos. Obstruyendo un gobierno que odia a punta de la amenaza de la censura ministerial; impidiendo la salida del padre de la cárcel a su casa; derogando decretos legislativos en beneficio de la economía y la seguridad; sometiendo a “disciplina” a quien se creyó el cuento de la reforma; rodeándose de los voceros más vulgares y vociferantes; peleándose públicamente con su hermano y mandándole la mototaxi para que también lo atropelle; apoyando “periodistas” para que hagan las campañas chichas al estilo ‘Tío Vlady’ contra otros periodistas y adversarios; asociándose con lo peor del mundo evangélico que lee la Biblia de forma literal y manda a matar sin que a ella le interese a quién se mate y mucho menos, que sus socios radicales despilfarren millones en gigantografías que piden la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski con el cuento de que defienden a los niños.Ese es el inventario político de Keiko Fujimori un año después de perder las elecciones. Lo único que muestra es lo que hubiera pasado si llegaba a la Presidencia, aterrando a ese sector de centro que votó por ella pensando que “no era el padre”. Interrumpamos un instante el error para ver si alguien le explica que está destruyendo el país mientras construye su próxima derrota.