El bumerán de usar al contralor como Franskentein.,Edgar Alarcón se convirtió en bumerán de una bancada de Fuerza Popular (FP) que muestra más músculo que cerebro en su desempeño político, lo cual se ha constatado, otra vez, en su aprovechamiento político del contralor general de la república. Alarcón no es de ningún partido. Consiguió el puesto haciéndole creer al nacionalismo que le cuidaría las espaldas al dejar el gobierno, pero se tiñó de naranja cuando FP se dio cuenta de que su gran rabo de paja permitía usarlo como quería. Entonces, el fujimorismo adoptó a Alarcón como Frankenstein para enfilar contra el ejecutivo casi desde su inicio, hasta que encontró en el proyecto de Chinchero, que se quiso sacar con mucha impericia, la gran oportunidad de disparar al gobierno. Y lo consiguió con la complicidad de la torpeza del propio gobierno y la voracidad del fujimorismo al costo de distorsionar la misión de la contraloría, volviéndola en arma política. Y en el camino encontró que este contralor había cometido faltas graves que, sin embargo, fueron enjuagadas en el parlamento por un fujimorismo oportunista con la confabulación de congresistas de otros partidos que no saben dónde están parados cuando se toman decisiones relevantes. Siendo el más importante funcionario en la supervisión de la legalidad del sector público, Alarcón ya debería haber renunciado a la contraloría por las graves faltas que ha cometido. Y si el fujimorismo tuviera un mínimo de consistencia con la ‘fiscalización’ que le aplica al poder ejecutivo, ya debiera haber iniciado el proceso para su destitución cuidando, por supuesto, del debido proceso. Pero eso no ha ocurrido, y por las declaraciones de los principales voceros de la bancada de FP pareciera que eso no va a suceder. “Si tanto afecta a este gobierno el accionar del contralor, entonces que presenten ellos la acusación constitucional”, señaló Héctor Becerril como expresión de lo que podría pasar. FP ha ingresado a una fase de descontrol en la agresividad que se manifiesta en las intervenciones, no solo de Becerril sino, también, del mototaxi dirigido por Keiko Fujimori y en el que viajan, vorazmente felices, Lourdes Alcorta, Alejandra Aramayo, Luis Galarreta, Cecilia Chacón, Karina Beta y Úrsula Letona, haciendo ostensible que les sobra músculo pero les falta cerebro, pues lo único que están consiguiendo, además de traerse abajo la gobernabilidad, es demoler la oportunidad, en estos años, de demostrar que eran una agrupación con la capacidad de participar en política al servicio del país en vez de hacerlo solo para sus intereses.