Más allá de Chinchero y de la renuncia de Vizcarra.,La anulación del contrato y de la adenda del proyecto del aeropuerto de Chinchero, así como la renuncia del ministro Martín Vizcarra, constituyen expresiones de un fracaso contundente del gobierno que puede ser el inicio de una crisis política mayor, pues el fujimorismo sigue desnudando su intención de aprovechar este trance para poner contra las cuerdas a la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski. La renuncia del también primer vicepresidente Vizcarra fue consecuencia inevitable de su apuesta por salvar un proyecto cuyo diseño financiero tenía serios problemas de origen y que, como él mismo reconoció, al final no logró consenso. Vizcarra debió insistir en que el presidente aceptara su renuncia hace dos meses, o parar el proyecto para un cambio radical, pues poner todo en manos de la contraloría era la crónica de una anulación anunciada. Era imposible que la Contraloría avale un proyecto políticamente complejo, especialmente si Edgar Alarcón ha demostrado ser muy sensible a las decisiones del congreso y su mayoría. Esto crea un pésimo precedente institucional pues, a partir de ahora, todo proyecto de inversión necesitará la luz verde de la contraloría, lo cual no solo desvirtúa su misión sino que paralizará aún más la inversión. Un análisis elemental del entorno político debió llevar al gobierno a la conclusión oportuna de que el proyecto de Chinchero era inviable, especialmente en el contexto de las denuncias Lava Jato, por lo que debió decidir la anulación finalmente anunciada en la noche del domingo antes de acumular mayor daño político. El gobierno decidió con impericia, y ahora paga los costos que recién empiezan, pues queda clara la intención del fujimorismo de aprovechar la situación para inhabilitar a Vizcarra en su función de primer vicepresidente, con el fin evidente de ir debilitando la presidencia de PPK hasta llegar a amenazarlo con la vacancia si no baila ‘al ritmo de Keiko’. Pronto irán por la censura del ministro Carlos Basombrío como otra expresión de fuerza que no será muy popular. Otra habría sido la historia ahora si el presidente PPK hubiera actuado con firmeza en diciembre, haciendo una cuestión de estado ante la censura a Jaime Saavedra. Esta crónica de una anulación anunciada también puede ser el inicio de una crónica en proceso de una vacancia como desenlace del pleito entre la presidencia de PPK y el Congreso de una Keiko Fujimori cada vez más presionada, ahora que la justicia rechazó el habeas corpus para su padre en el que era obvio que ella no estaba muy interesada que digamos.