Panorama pernicioso pero indispensable para el país.,No es la primera vez que ha ocurrido en la historia reciente del Perú, pero quizá este sea el momento en el que el fenómeno de la judicialización de la política esté más profundo y extendido que nunca, lo cual plantea un escenario absolutamente perjudicial para la perspectiva del país. Esto no implica, por supuesto, en modo alguno, abogar por algún tipo de tregua en el proceso indispensable de denuncias que van apareciendo por todos lados sobre los sobornos realizados por Odebrecht a autoridades de todo el país, en distintos niveles de gobierno, con el fin de beneficiarse en la adjudicación de obras públicas, así como en las condiciones del otorgamiento de las mismas. A ello debe sumarse que, desde el primero de junio –dentro de solo diez días–, se abrirá la caja de Pandora de los testimonios ofrecidos en las delaciones premiadas por parte de los ejecutivos de Odebrecht. Y que, además, Odebrecht no sería la única empresa que realizó prácticas ilegales y corruptas para facilitar sus negocios en el Perú al igual que en varios otros países de América Latina. En suma, si los destapes que se han realizado hasta ahora sobre sobornos a autoridades y financiamiento indebido de campañas electorales han generado un terremoto de proporciones, lo que aún está por venir puede significar un cataclismo en la política peruana en el que prácticamente no quede títere con cabeza, pues casi no habrá quedado agrupación política que no acabe por lo menos salpicada por la mancha de la corrupción. Esto significa, en la práctica, que los juicios que se están iniciando van a dominar la evolución de la política peruana y que casi todos los diseños de las políticas públicas relevantes van a estar determinados por negociaciones sobre los juicios en marcha y, también, por otras acciones planteadas en el poder judicial, como el hábeas corpus puesto por Keiko Fujimori para obtener, finalmente, la libertad de su padre preso en la Diroes. Estos procesos van a profundizar la paralización que ya se observa en las decisiones del sector público y va a tener un impacto directo en la menor capacidad de crecimiento económico y, por tanto, de generación de empleo y bienestar económico. Para el periodismo, finalmente, lo que está sucediendo plantea el gran desafío de manejar muchos casos complejos de manera simultánea, analizándolos en función de los hechos y no de las preferencias ideológicas, y de no ceder a la tentación de la reacción inmediata e incendiaria por parte de personas que tienen la lengua más larga que el cerebro.