El caso del congresista Bienvenido Ramírez quizás ha tenido como única ventaja arrojar luces sobre el tema clave de la lectura. Su declaración, rápidamente rectificada, de que leer causa Alzheimer es un despropósito. Pero la idea de que hay peligros en la lectura es antigua, aunque eso no parece haber desanimado a nadie en la historia. Si bien la utilidad de la lectura es indiscutible hoy, todavía hay un cierto antiintelectualismo que la asocia con la ociosidad, como en la frase de Valery Larbaud sobre el vicio impune de leer. En realidad en Larbaud era una forma retorcida de elogio, pero hay quienes luego le dieron la vuelta, e interpretaron literalmente. Miguel de Cervantes sin duda ironiza cuando dice que a Alonso Quijano (alías El Quijote) “del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro [sic] de manera, que vino a perder el juicio”. Podría discutirse si era la intensidad de la lectura o las novelas de caballería que este recorría, pero en cualquier caso Cervantes detecta un exceso. El poeta T.S. Eliot consideraba leer, en el sentido de descifrar letras sobre una página y darles sentido, su actividad más intensa. Nada terrible le resultó de esa vehemente aproximación, al contrario, y nadie se atrevería a decir que leyó poco. Friedrich Nietzsche es de los pocos autores de quienes se ha dicho que no leía, o que lo hacía muy poco. En Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, un régimen tiránico proscribe la lectura y se dedica a quemar libros. El libro es de 1953 y por tanto un comentario sobre la censura. La URSS empezaba a leer samizdats, obras copiadas a mano y circuladas clandestinamente. El mensaje: que la lectura se había vuelto otra vez peligrosa en partes del mundo. Lo sigue siendo. En la opinión ya descartada por Ramírez, enseñarle a leer al niño podía equivaler a poner en riesgo al anciano. Aun si esto fuera así, el analfabetismo es una de las puertas más anchas hacia una vida de penurias. Enseñar a leer y luego promover la lectura es de las primeras cosas que hacen los gobiernos ilustrados. Pero a Ramírez quizás eso le parezca pura cortina de humo.