Las comillas están desapareciendo del periodismo. Hubo un tiempo en que fueron apreciadas hasta el exceso, en verdaderos festines de entrecomillado innecesario, lo que se ha llamado un empacho de comillas. El empacho luego se trasladó a la gestualidad, y hoy llega hasta quienes usan los dedos para incluir silenciosas comillas, que en realidad son dedos bailando en medio de lo que su dueño va hablando.Todavía algunos insisten en entrecomillar nombres propios o palabras consideradas importantes, para darles mayor peso. Muchos comerciantes lo hacen para conferirle, suponen, lustre a su marca o su producto. Incluso hay quienes usan las mayúsculas para ese mismo propósito, y luego además entrecomillan, como en “DIOS”.Pero las comillas no están escaseando en el periodismo por un refinamiento del estilo, sino porque cada vez más se les considera arcaicas o incómodas. Una idea es que un texto tomado de las redes ya no precisa comillas: basta decir que está en la memoria de Internet, a donde el lector puede ir para hacer su constatación. Como si fueran textos que viajan con comillas propias.En estos meses leemos en los medios cada vez más denuncias que circulan oral y privadamente del acusador al fiscal y luego del fiscal al periodista, y de allí a la página, a menudo sin respaldo documental. Esta oralidad funciona como el juego de teléfono malogrado, esparciendo textos que no están fijados, y cambian de medio a medio. En estos casos las comillas se vuelven incómodas para quien escribe, y parte de ellas desaparece.Lo cual contrasta con lo que sucedía en el año pasado, cuando detectar plagios estaba de moda, y el periodismo vivía una cacería de comillas ausentes. En cambio en la era del Lava Jato por momentos se está volviendo difícil entender quién dijo realmente qué, o incluso si la persona mencionada lo dijo en primer lugar.Las víctimas de lo que viene sucediendo son múltiples. Una es la precisión, otra es la veracidad, una tercera es la credibilidad. Las comillas correctamente utilizadas son signos de un compromiso por mejorar la información del lector. Sí pueden ser omitidas, pero con una adecuada explicación, aun si ello le quita impacto a la cita.