Lo que más me gustó de lo que vi durante el año 2016.,El teatro peruano está cada vez mejor y este columnista quiere, en agradecimiento, listar lo que le gustó más entre lo que vio en 2016 –que no fue, lamentablemente, todo lo que quiso–, en su condición de aficionado entusiasta en vez de crítico, habilidad que aprecia en los que sí la tienen. Lo que más me gustó fue Mucho ruido por nada de Shakespeare en inolvidable, colorida, entretenida e inteligente adaptación y dirección de Chela de Ferrari. Hay que agradecerle por la suerte de ver algo tan bien hecho y bonito. Lo mejor que vi en el 2015 también fue suyo: La cautiva. Otros ruidos me gustaron: la reposición de Ruido de Mariana de Althaus, y un inquietante Algo de ruido hace en Agárrate Catalina. Lo que más me impactó fue Cielo abierto en el teatro Ricardo Blume, con gran dirección de Mateo Chiarella, y Alberto Ísola y Wendy Vásquez espectaculares en una historia de amor agonizante. La vi dos veces, una cerca del estreno y otra casi al final. Con Ísola nunca hay pierde y con Almacenados –junto con Óscar Meza– me pasó lo que me pasa con algunas obras que me van gustando más al pasar los días después de verla. También sobre el mundo laboral opresivo, me sorprendió Contracciones con Sandra Bernasconi y Fiorella Pennano en el Teatro de Lucía, donde este año se despidió la gran Lucía Irurita con La estación de la viuda, y se presentó un notable Silencio sísmico de Eduardo Adrianzén. En el mismo tema de Cielo abierto, pero en tiempo y circunstancia diferentes, me gustó mucho Un informe sobre la banalidad del amor, con excelentes Javier Valdés y Camila Zavala, sobre la relación compleja de Martin Heideberg y Hannah Arendi. También sobre parejas, impactantemente angustiosa –aunque un poco larga– fue La clausura del amor, dirigida por Darío Facal con una gran actuación de Lucía Caravedo. Ahí me encontré con mi amiga Bernadette Brouyaux, quien me avisó de la reposición de El día en que cargué a mi madre, donde actúa con su hija Soledad Ortiz de Zevallos, la cual disfruté. Con la que más reí fue con Bajo terapia en el Marsano con tres parejas que fueron a terapia con final electrizante. Hamlet en el Británico estuvo muy bien. Y me encantó conocer el Microteatro, donde vi varias obras cortas estupendas. Lamenté mucho perderme Collacocha, Nunca llueve en Lima, Mrs. Klein, Mamma mia, Noche de reyes, y El dolor de Marguerite Duras. Hubo mucho más, tanto que escapa a este listado arbitrario y desordenado, con la seguridad de que el 2017 traerá más excelente teatro en Lima.