En 1938, el Primer Ministro inglés creía que se podía negociar con los nazis. Estos, ya habían invadido Austria y lo que hoy es la República Checa. Chamberlain regresó de Munich a Londres a dar cuenta al Parlamento que lo recibió en júbilo creyendo que había logrado la paz. La intervención de Winston Churchill, el político más brillante de siglo XX, tuvo la soledad de quien anticipa un drama. Sus famosas palabras se resumen así: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”. Para desgracia del Reino Unido y de la humanidad, no erró. “Ya saben con quien se meten”. La frase, fotografiada clandestinamente en la pantalla del teléfono de la congresista Chacón, da cuenta de su conversación con el cogollo de la bancada fujimorista. Esta se empalma bien con la historia anterior. Chamberlain no tenía idea de con quien se metía. Churchill, sí. Los autoritarismos, los totalitarismos, son todos iguales. Avanzan de a poco y usan las instituciones de la democracia para lograr perpetuarse en el poder por todos los caminos deshonestos posibles. Recortan libertades, cercenan el libre pensamiento, destruyen sociedades mediante asaltos al poder disfrazados de ropajes constitucionales. Montesinos y Alberto Fujimori lo hicieron de a poco, despacio, pero para el año 2000 tenían controlados todos los espacios de poder. Los infructuosos esfuerzos de Fernando Zavala son como los de Chamberlain. Keiko Fujimori no quiere paz. Lo anunció desde el primer día. Gobernará con su bancada y desde las sombras. Ella sostiene en privado que le robaron la elección, que hubo fraude y que ella regresará para recobrar lo que le pertenece. No ha pedido nada, no ha ofrecido nada. Le han regalado todo lo que han creído le favorece, sin ningún resultado. Los 72 votos en el Congreso son su punta de lanza para reclamar la Presidencia para sí y va por ella, hoy, no el 2021. Solo necesita 88 votos. Por eso las medidas de disciplina parlamentaria férrea (una democrática ley anti tránsfuga es hoy su mejor aliada para imponer el terror) y las felicitaciones disparatadas a una corte de fujimoristas del cogollo que se sobaban entre ellos por el más penoso espectáculo, en forma y fondo, que haya ocurrido en el Congreso a vista de un país avergonzado y asqueado. El ministro Saavedra será censurado. El congresista Becerril ya anunció que vienen otros y el congresista Mulder que pueden vacar al Presidente cuando quieran. El desastre democrático es que en el entorno de Kuczynski hay no uno, sino varios Chamberlain. Sugieren dejar pasar este “pequeño incidente”. Incluso hay algunos –parecen topos– que le piden a Saavedra que renuncie. ¡Qué vergüenza! ¿Por qué va a renunciar por propia voluntad un ministro que no ha hecho nada incorrecto? ¿Va a triunfar la angurria del poder de la perdedora y su sociedad con sus financistas universitarios? Esto no es el caso “Saavedra”. Hace días que trascendió a la persona. Esta es la primera piedra de un asalto a la Presidencia del Perú. Lo peor de todo no son los planes de Keiko Fujimori para ir demoliendo, poco a poco, ministro por ministro, el gobierno de Kuczynski hasta debilitarlo tanto que sea claro que la que gobierna es ella. Eso, era lo esperado. Lo peor son los que rodean al Presidente. Están tan ciegos como los parlamentarios ingleses que vitoreaban a Chamberlain meses antes de empezar la guerra. Están a tiempo de salvar este gobierno pero prefieren salvar su quincena o la que ya tienen comprometida para cuando vaquen a Kuczynski. Hay un camino. Un solo camino. La cuestión de confianza. Si no se usa esta semana, este gobierno ha concluido. ¿No me creen? Si Saavedra es censurado por corrupto como gritaba la prepotencia de los 72 votos (y todos sabemos que mienten), ¿por qué Kuczynski, Aráoz y Vizcarra no van a ser incapaces morales? Se les vaca y se les inhabilita por 10 años. Con cualquier excusa. Ese será su castigo y el nuestro, para así entrar a la época más oscura de nuestra historia. Yo si sé con quién me meto. Los he visto actuar en las últimas horas y lo tengo clarísimo. Si pueden atacar a mis hijos, pueden hacer cualquier cosa. Escoja, señor Presidente. Usted estudió en la posguerra del Reino Unido. ¿Quién quiere ser? ¿Churchill o Chamberlain?