Las presiones para que Verónika Mendoza llame directamente a votar por Pedro Pablo Kuczynski son cada vez más intensas. La ex candidata ha avanzado en esa dirección todo lo que ha podido, pero la sensación es que hay fuerzas internas o consideraciones estratégicas que le están impidiendo dar el paso final. La posición que ha venido desarrollando hasta ahora la coloca políticamente en el lado de PPK. Pero sus presionadores sostienen que eso todavía no la ubica allí electoralmente. Algo así como que la posición salva su alma, pero no consigue todos los votos que un compromiso unívoco produciría. Quienes las están presionando esgrimen dos argumentos, que no se contradicen. Uno es que un llamado de Mendoza ayudaría mucho a PPK. Otro es que si Mendoza mantiene su silencio y Keiko Fujimori gana, la ex candidata será vista como responsable de ese desenlace, contra el cual ella ya se ha pronunciado varias veces. El efecto inmediato de la renuencia de Mendoza ha sido mantenerla vigente, casi como una protagonista de la segunda vuelta. También ha mejorado sus opciones de negociación con PPK, si este escenario llegara a producirse. Pero como las expectativas están subiendo, también si da el sí una derrota de PPK sería cargada a la cuenta política de Mendoza. ¿Tiene sentido todo este proceso de elucubración? Quizás un poco. Hay que considerar que Mendoza no tiene detrás a toda la izquierda, y que la gran mayoría de sus seguidores de abril ya tomó partido. Cabe preguntarse entonces cuántos votos en blanco, viciados e indecisos desbloquearía su paso franco a las filas de PPK. Luego están sus problemas internos en el Frente Amplio y en el resto de la izquierda radical. Está claro que allí hay mucha gente que no quiere ver a Mendoza dar el paso, y que probablemente le llamaría la atención por ello públicamente. Una de las varias batallas que quizás no está preparada para dar todavía. Si la cosa sigue así hasta el final, Mendoza va a terminar, gane quien gane, una fama de indecisa en un momento decisivo. No está claro cómo podría aprovechar esto en los tiempos que vienen. Glosando a Talleyrand, podría decirse que un 20%+ sirve para muchas cosas, menos para sentarse sobre él.