¿Qué pasó en el debate del domingo pasado? Cuando las cámaras de TV se echaron a rodar ya Keiko Fujimori había obtenido su ventaja en la encuesta Ipsos. Lo cual luego llevó a algunos intérpretes a asociar las dos cosas: venía ganando en la encuesta, por tanto también ganó en el debate. Un típico non sequitur lógico, pues lo segundo no se desprende de lo primero. Los balances sobre el debate mismo están divididos, en buena medida por el partidismo. En una de las conclusiones a Fujimori le fue mejor por su dominio del estilo achorado, faltoso incluso, supuestamente atractivo sobre todo para los estratos C&D, su mejor público. La próxima encuesta por lo menos puede demostrar que el estilo asumido por Fujimori no le hizo daño electoral a su imagen. Lo que viene con la conclusión anterior es que un Pedro Pablo Kuczynski, ubicado en un estilo considerablemente más serio, habría desaprovechado sus cartas como el candidato mejor formado y más experimentado. Como en el refrán según el cual gallo viejo con el ala mata. En otras palabras, debió responder las insolencias con una firmeza no agresiva. Lo que cada persona saca en limpio de uno de esos debates finalmente es misterioso. Pero es claro que dejarse faltar el respeto con criolladas nunca es un buen negocio político. Como no lo es dejar pasar los flancos que deja abiertos el rival. Los seguidores hubieran querido un PPK más filudo, que ciertamente existe, y lo esperan para el debate final. Si consideramos que un buen tercio de los electores está decidiendo su voto en esta última semana, y una parte de ellos incluso el último día, el debate que viene es importante. Podría ser la noche en que ese tercio decide confirmar su opción, o cambiarse al otro candidato, o mantenerse en la guarida de los indecisos. Entonces, si es cierto que a Fujimori no le ha ido mal, entonces PPK necesita reconstruir su mensaje (o como se dice ahora, su narrativa) para el próximo debate. Solo tiene horas para hacerlo, pero no es imposible. Los cambios de actitud pueden producirse en instantes. A veces incluso en medio de un debate.