Hace unos días, Eduardo Ponce, embajador en retiro, escribió en su columna del portal El Montonero que «en vísperas de un nuevo gobierno, vivimos una campaña electoral en la que, afortunadamente, la política exterior no ha sido objeto de debate». Es extraño que un embajador lance vivas a lo que podemos calificar como un defecto, grave por cierto, de esta campaña electoral; más aún cuando el mismo columnista, líneas más abajo, sostiene que la «crisis y procesos de cambio profundos, como los que atraviesan países tan gravitantes en la región como Brasil y Argentina, precipitan un inevitable realineamiento regional de fuerzas que reclama una evaluación lúcida y pragmática, en función del interés nacional» (Los desafíos de la política exterior: 09/05/16). Y es que en realidad en este proceso electoral la política exterior, como tema de debate de los candidatos tanto en la primera vuelta como en la segunda, es la gran ausente. Con las excepciones de Verónika Mendoza, que cuestionó severamente el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y que advirtió que no debe ser firmado, así como también PPK, quien en recientes declaraciones sostiene que revisaría (¿será verdad?) el capítulo concerniente a la salud en ese mismo tratado, ningún otro candidato –y menos Keiko Fujimori– ha dado una visión integral sobre cuál debe ser el nuevo rumbo del país ahora que se vienen cambios fundamentales tanto en la región como en el mundo. No hay ninguna novedad cuando se dice que las propuestas de países y líderes que aspiraban a integrar más a Sudamérica hoy están en crisis. Pasados un poco más de diez años desde la derrota al ALCA, lo que hoy encontramos no se parece casi en nada a las propuestas iniciales. Ahora la iniciativa política, como lo demuestra el triunfo de Macri en Argentina, el golpe de Estado parlamentario en Brasil y el laberinto venezolano, la tiene la derecha, más allá de que ello no libera de culpa a una izquierda que, creo, no entendió la importancia gravitante que la integración política y económica tienen actualmente en un mundo globalizado. Por eso la derecha lanza vivas a que este tema no se discuta en el país. Ellos quisieran, con algunos pequeños cambios, que continúe la que tenemos hoy y que se puede resumir en los siguientes términos: a) alianza estratégica con los EE.UU.; b) profundizar los tratados comerciales de libre comercio como la única manera de participar en la globalización (TLC, TPP, AP, TISA); c) relaciones bilaterales con nuestros vecinos, es decir nada de políticas que promuevan la integración regional o subregional; d) volver al viejo interamericanismo dejando de lado todo los esfuerzos por construir Unasur y otras iniciativas regionales; e) ingresar a lo que podemos llamar el paraíso occidental, es decir, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), como lo explica Ponce: «para el Perú, el TPP es una herramienta que nos acercaría al prioritario objetivo de ingresar a la OCDE». Este proceso, donde el sector externo ha sido fundamental para perpetuar la hegemonía neoliberal, ha significado –gracias al viraje de Humala– que la Cancillería pase a un segundo plano, frente a un Mincetur que ha copado los resortes principales en el manejo externo del país. Por eso, como nunca, nuestra política exterior está fragmentada y ausente en los grandes hechos internacionales. Lo que tenemos es una política comercial. Que en Chile el TPP haya sido firmado por el canciller Heraldo Muñoz y, en el Perú, lo haya hecho la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Magali Silva, es un acto que demuestra el gran retroceso. En este momento, lo que se juega en nuestra política exterior no es poca cosa. Se podría decir que es ahí donde se fabrica el candado que hoy la derecha neoliberal le quiere poner al Perú. Una suerte de jaula de la que no será fácil salir porque, como dicen algunos, blinda el «modelo económico ». Por ello no discutirlo es el mejor servicio que hoy le podemos hacer a una derecha que mira al imperio, convertido hoy en una suma de tratados comerciales y bases militares, como siempre lo ha hecho.