La frase no es mía, ojo. Se la robé a Manuel Rodríguez, un adherente sodálite, cuyas opiniones, propaladas a través de su blog Roncuaz, son de las más sensatas que he leído al interior del Sodalicio. Lamentablemente, lo que ve Rodríguez no lo ve el Consejo Superior de Moroni. Ahora bien, todo hay que decirlo, Rodríguez no es el único que defiende posiciones distintas y juiciosas. Pero claro. Hablamos de una minoría exigua. Tengo en mis manos, por ejemplo, las reflexiones de un sodálite sobre el mal que aqueja a su comunidad religiosa. Sus disquisiciones prácticamente emparentan a su institución con una secta. “Mi hipótesis es que la organización está basada en unos principios autorreferenciales que privilegia a la organización por encima de la persona, y por lo tanto, esto la ha llevado a atropellos contra las individualidades y principios morales y éticos”, comenta al inicio. Y su apreciación se enfoca en lo que él denomina “la lógica del sistema”. Porque a ver. A estas alturas, todos quienes hemos seguido este caso tenemos claro que el Sodalicio, por sobre todas las cosas, es un sistema. Un sistema diseñado a imagen y semejanza de su creador, quien, ya saben, es descrito por psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas como un psicópata. El cura Jorge Olaechea se molesta y le da patatús cuando alguien refiere que el Sodalitium “es un sistema”. Y prefiere negar lo obvio. Pero como dice el sodálite crítico en su razonamiento para tratar de explicarse lo que ha ocurrido (cuyo nombre me reservaré para que no lo linchen), “desde el momento en que existe una jerarquía de las funciones y de los poderes, surge el peligro de ver el Reino de Dios en la autoridad y en la obediencia mismas”. Porque a ver si nos entendemos. Un sistema de pensamiento como el sodálite está fundado en una cosmovisión totalizante y totalitaria, cuyas claves pueden apreciarse en la historia de sus orígenes. Que fueron fascistas, macartistas, racistas, clasistas, y hasta antisemitas. No obstante, que todo ello ya no se practique. Que las lecturas de José Antonio Primo de Rivera o de Cornelio Codreanu ya no se recomienden. O que se haya dejado de cantar el Cara al Sol al interior de las comunidades, no significa que ese sustrato absolutista del que hablamos, siga existiendo. Pues los condicionamientos físicos y psicológicos, extraídos de la metodología sectaria, cuyo propósito es el de triturar voluntades, someter, formatear y lavar cerebros, dándole a todo esto un ropaje religioso, ya está en el ADN de todos los jerarcas, o superiores, o formadores, o directores espirituales, que fueron reclutados, en la mayoría de casos, cuando tenían edad escolar. Ese es el problema que no quieren ver. O simplemente no la ven, que esa es otra. “La formación estaba orientada a quebrar la voluntad de la persona. Las dinámicas de la obediencia irracional, los ejercicios extremos, los castigos, las introspecciones psicológicas apuntaban a ello”, anota. A adoptar “un estilo sodálite”, que además es fácil de reconocer. Los sodálites piensan igual, se visten igual, se comportan igual, y se han regido siempre bajo parámetros sumamente estrictos y rígidos y represivos y autoritarios, en el que encima le entregaban un poder absoluto al superior. Las consecuencias de ese diseño ya las hemos constatado de forma brutal y sumamente cruda en la investigación periodística Mitad monjes, mitad soldados (Planeta 2015) y en el Informe Final de la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación. Es por eso que, en mi pequeña opinión, el Sodalitium debe disolverse. Porque su problema no se acaba con la expulsión de Figari. Porque hay más abusadores dentro y la esencia de esta visión totalitaria todavía perdura. Ergo, el sendero que el Sodalicio debe emprender es el de la liquidación. Vender todo para la reparación de las víctimas y dejar en libertad a sus miembros para crear un movimiento nuevo, totalmente distinto al que concibió Figari, que guarda aún dentro de sí el gen de la corrupción. La intervención de un Comisario Pontificio, sostienen algunos, reconducirá todo y reformulará el carisma. No lo creo. Si me apuran, el Vaticano va a reeditar con el Sodalitium lo que hizo con los Legionarios de Cristo. El Comisario Velasio de Paolis y dos vicecomisarios intervinieron la Legión durante tres años y cambiaron todo para que no cambie nada, en plan Gatopardo. A Maciel se le “sancionó” simbólicamente por consideración a su edad y se concluyó que todas sus fechorías las cometió solo. Figúrense. Sin la ayuda ni el conocimiento de nadie. Algo imposible de creer, por cierto. Bueno. Parece que lo mismo sucederá también con Figari y su Sodalicio. Tal cual.