Las movilizaciones de la juventud y la indignación de muchos ciudadanos hicieron que el Congreso derogara la famosa Ley Pulpín, propuesta por el gobierno, que reducía derechos laborales en nuevas contrataciones a jóvenes trabajadores. Por más que el gobierno se esforzó por convencer, la Ley se cayó. Sin embargo, el tema de la reforma laboral vuelve. 1. ¿Flexibilización para derrotar a la informalidad? En algún sector empresarial y de analistas económicos, el Perú tiene como única vía para derrotar a la informalidad la llamada “flexibilización laboral”. Elmer Cuba, uno de los economistas de Macroconsult y voceado por Julio Guzmán como su futuro ministro de Economía, es uno de los principales defensores de la fórmula mágica de reducir derechos laborales y tendremos menos informalidad (http://goo.gl/AO2THC). 2. Gonzalo Aguirre y el sin querer queriendo. En una entrevista en Gestión (viernes 26 de febrero del 2016), Gonzalo Aguirre, promotor y candidato de Todos Por el Perú (TPP), volvió a la carga con la famosa fórmula de menos derechos, menos informalidad. Aguirre dijo que “todos sabemos que el Perú tiene uno de los sistemas laborales menos flexibles en el mundo”. Principal argumento de los flexibilizadores de ayer y hoy. Continúa Aguirre por el retorno de la filosofía pulpín: “Por proteger al 30% que tiene un trabajo con todos los beneficios estamos desprotegiendo al otro 70%, entonces me queda claro y nos queda claro que acá hay que hacer cambios para ir formalizando a mayor cantidad de peruanos”. Lo mismo decían los defensores de la Ley Pulpín. Bueno, el señor Aguirre debe aclarar cuál es esa sobreprotección laboral que tiene el 30% de los trabajadores peruanos: ¿las gratificaciones?, ¿la compensación por tiempo de servicio?, ¿el seguro social? Gonzalo Aguirre no es un candidato más, fue presidente de la Coordinadora Nacional de Independientes (partícipe en las elecciones 2001, 2006 y 2011), que luego se convirtió en TPP para adoptar a Guzmán. 3. ¿Guzmán desmiente a Aguirre? El desmentido de Guzmán a Aguirre no es tan claro, como se publicita. Efectivamente dice que es la opinión personal de Aguirre. Pero veamos. Guzmán dice que “ningún tecnócrata de escritorio va a decirnos qué tenemos que hacer”, pero no toca el tema de fondo. El señor Aguirre no es como se sabe un tecnócrata de escritorio, es un empresario. Sin embargo, el razonamiento de “fondo” por el que no habrá Ley Pulpín no suena muy convincente en Guzmán: “Ese tipo de leyes no son sostenibles porque no tenemos un arreglo institucional”. ¿Qué quiere decir ello?, ¿que es posible la reducción de derechos laborales con un “arreglo institucional”, aprobado o consensuado? Clásica ambigüedad de Guzmán, también en el tema laboral. No es tanto el desmentido que se anuncia. Tampoco en el Plan de Gobierno de TPP hay un énfasis en el respeto de los derechos laborales de los trabajadores. Por último, no hay garantía de que Guzmán no crea o aliente en el fondo una Ley Pulpín, si durante el debate de la misma (hace año y medio) se mantuvo en silencio. 4. Ni antifujimorista, ni antihumalista. El Guzmán contra Guzmán ha sido una constante en este proceso electoral. Cómo ser la “única” alternativa al fujimorismo si durante este periodo Julio Guzmán mantuvo un silencio absoluto sobre cada episodio tan penoso e indignante de aquella dictadura. ¿Muy joven?, tenía 21 años cuando fue el golpe de Estado del 92 y 30 años en la Marcha de los Cuatro Suyos. ¿O luchar contra una dictadura era un tema de “dinosaurios”? Y con respecto al actual gobierno, su ambigüedad también es notoria y explicable. No se puede deslindar del gobierno de Humala si fue parte protagónica del mismo y en el 2013 y 2014 fue gestor de intereses privados –además de consultor–ante el mismo gobierno. 5. El Perú Pulpín de Guzmán. Guzmán silencia lo importante o inventa historias. La inscripción irregular de su candidatura es parte de su novedosa incoherencia, un intento por “pulpinear” al país no cumpliendo obligaciones. Pero, más allá de lo que decida sobre su candidatura el debilitado y poco creíble sistema electoral, a Guzmán se le ha creado –por arte de los que lo auspician– una situación “expectante”. Esta no podrá sostenerse en un debate político de definiciones y posiciones; que no es lo fuerte en él y que hasta ahora ha sido soslayado por la ayuda de ciertos medios, algunas encuestas y el favor del gobierno. Pero en el calor creciente de la campaña, todo lo que tiene que derretirse se derretirá.