El triaje realizado por Keiko Fujimori en las filas parlamentarias de su partido es el tipo de amputación que exige particular fortaleza de ánimo. Pues en los hechos ha escindido la imagen de Fuerza Popular en una guardia vieja con su dirigente preso y un partido exitoso en las encuestas, con su dirigente en las calles. Los críticos de la candidata han respondido haciendo notar lo obvio: que la purga de parlamentarios es una maniobra electoral para desprenderse de la pesada mochila de los años 90 en lo que dure la campaña. Viene implícito que esta guardia vieja regresaría, al contado o a plazos, al gobierno a través del Ejecutivo. Lo anterior ciertamente podría darse. Pero en la batalla de gestos que es una campaña electoral, Keiko Fujimori ha dado un golpe de efecto cuya intensidad nadie puede replicar. Lo único similar ha sido la alianza Apra-PPC. Hasta ahora solo estas dos movidas tienen reales posibilidades de cambiar el juego político en alguna dirección. Los defenestrados de la reelección parlamentaria han mostrado diversas formas de cara larga, pero en lo sustantivo han expresado su lealtad al partido. Pero hay allí un baldón que a algunos de ellos les va a ser difícil remontar. Por lo pronto nadie les va a pedir que salgan a hacer campaña por la candidata, si acaso les quedaran ganas de hacerlo. Ahora hasta la pugnaz Martha Chávez, quien había ofrecido retirarse de la política si era separada y anunciado una división en el fujimorismo si la purga llegaba a producirse, ha enterrado el hacha de guerra: “El objetivo es que Keiko sea presidenta”. No está dispuesta a discutir públicamente los motivos de su separación. Luego debemos considerar que hay fuertes indicios de que no todos han sido separados por los mismos motivos. Hay figuras demasiado emblemáticas del lado oscuro de la fuerza, hay figuras con inconductas frescas, y hay figuras que han demostrado una ineficacia supina. Sería exagerado, pues, decir que todo ese contingente es un solo bloque albertista. Es más o menos claro que una decisión como esta proviene directamente de los focus groups y de los subsiguientes cálculos de costo-beneficio. En consecuencia la lógica interna de la medida probablemente obligue a otras en parecida dirección, en decisiones y gestos. Por ejemplo a la hora de decidir quiénes van a reemplazar a los separados. Una ventaja adicional para la candidata es que en la eventualidad de que no llegue al gobierno, se habrá ahorrado la presencia de importantes rivales internos en el Congreso. Algo seguro a partir de lo que acaba de suceder es que la próxima representación de Fuerza Popular será claramente la bancada de Keiko Fujimori.