Miguel Mejía. Editor gráfico de esta casa de prensa, resultó primer finalista del Premio internacional Luis Valtueña, con una serie de imágenes sobre fosas comunes en Chungui, Ayacucho., Su lente ha detenido un cóndor en pleno vuelo en el cañón del Colca. Ha recreado la belleza de las montañas en su deslumbrante orografía. Asimismo, ha comulgado en senderos de nieve con la fe en las peregrinaciones del Qoyllur Riti, en el Cusco. Recuerdo también otra imagen suya en Puerto Pimentel. En el límite donde se recorta el horizonte marino, en línea, se divisan, a lo lejos, una serie de embarcaciones. Y desde la playa, en otra línea paralela a las embarcaciones, un grupo de hermosas muchachas bañistas, echadas de cúbito ventral, observan, como una armada invencible –la toma ha sido realizada desde atrás– ese horizonte celeste con barcos. PUEDES VER: El espectacular corso por el 56° Concurso Nacional de la Marinera en imágenes Pero el fotógrafo Miguel Mejía Castro, editor de esta casa de prensa, y de quien estamos hablando, no solo ha registrado la geografía, sino, como fotoperiodista, ha descendido también por escalinatas hacia el dolor. Mejía Castro acaba de ser distinguido, en Madrid, España, como primer finalista del “XIX Premio Internacional Luis Valtueña, Fotografía Humanitaria”. La ceremonia se llevó a cabo en la semana que pasó, en el marco de la inauguración de la muestra de las fotografías ganadoras en el espacio cultural Centro Centro Cibeles, en el Palacio de Cibeles de Madrid. Para el concurso, Mejía presentó una serie de imágenes que realizó en una comisión periodística en el 2013, al distrito de Chungui, en la zona Oreja de Perro, Ayacucho. Arqueólogos forenses y representantes del Ministerio Público acudieron a exhumar 19 fosas que contenían los cuerpos de 56 personas que fueron torturadas y muertas hace 30 años –durante la guerra contra Sendero Luminoso–, victimadas por el Ejército, pues en la fosas, según crónicas de ese entonces, se hallaron casquillos de bala con la grabación “FAME 77 ” ( Fábrica de Armas y Municiones del Ejército ). Tras la exhumación, de un campo tamaño de una cancha de fútbol, los familiares pudieron reencontrarse con los restos de sus seres queridos. Miguel Mejía recibe esta distinción en Madrid, donde también, en 1936, se desató una tragedia similar, la Guerra Civil Española. ¿En estas fotografías pesa más el mensaje, el contenido? Considero que cuando haces fotoperiodismo o tienes la intención de documentar con la imagen, la composición debe potenciar el mensaje. Si tienes enfrente una escena llena de contenido y además logras buena luz, profundidad de campo, geometría de elementos que se ordenan en tu plano, esta foto llegará con más potencia a la mente del espectador. ¿En tu caso, cuando haces fotografías, no dejas de ser periodista? Es la misma labor. Solo que tenemos diferentes formatos para expresar la noticia. El fotoperiodista siempre anda indagando con la mirada, hacemos nuestras fuentes, narramos historias y sucesos reales. Un fotorreportaje es como una crónica. Tú como redactor abres texto con un buen párrafo para que tu lector siga leyendo. Igual cuando editas y construyes un fotorreportaje, abres la historia con una foto potente y sigues con el desarrollo y rematas con un buen final. Cada foto es como un párrafo imprescindible para entender el suceso. Cada foto debe darte algo nuevo. No puedes ser reiterativo. Lo puedes hacer, pero es mejor decir siempre algo más que ayude a entender mejor el tema que estás abordando en menos fotos. Para hacer estas fotos, ¿es difícil apartarse del dolor? El dolor está en la atmósfera. Desde que lees y preguntas antes de ir al lugar. Antes de hacer las fotos investigué sobre el tema y era realmente atroz. Madres asesinadas junto a sus hijos. Y luego, cuando ves la evidencia en el mismo lugar donde las asesinaron, el dolor te toca.