En todas partes las grandes corporaciones mediáticas son capaces de orientar esa entelequia llamada “opinión pública” de acuerdo a oscuros intereses. Uno de los grandes problemas de los medios es el capital (al que muchas veces se deben) o su ausencia (que condena a los periodistas independientes a la precariedad y, en muchos casos, al abandono). Hay, desde luego, medios que intentan ser independientes, pero es difícil marcar la diferencia dentro de un sistema que acecha cualquier aspiración crítica con la amenaza de estamparte la “torta” (publicitaria) en la cara. En países como el nuestro, en el que, además, la concentración de medios limita enormemente la pluralidad de los enfoques, la situación es aún más dramática. ¿Qué hacer? Una respuesta posible es la que acaba de poner en marcha el Colectivo Editor Diagonal, en España. Los colegas de Diagonal no son nuevos en el tema: el periódico quincenal que publican lleva circulando más de una década –fue, entre otras, una de la cajas de resonancia del 15M– y publicando contenido crítico de primer nivel bajo licencia Creative Commons. Durante estos años se han mantenido al margen de presiones políticas o económicas gracias al apoyo de sus lectores: ciudadanos que entendieron que el precio de una suscripción es poco por recibir noticias libres de contaminación. Hoy Diagonal se prepara para dar un salto. Hace unos días se reunieron en Madrid representantes de medios afines de toda España (algunos muy pequeños, periódicos independientes de pueblos o comunidades remotas) para empezar a gestar una nueva etapa, un nuevo medio periodístico sin jefes, sin directorio, sin inversionistas, sin compromisos. Un medio colectivo y cooperativista que pretende hacerles frente a las grandes cabeceras. Porque la mayor corporación es la gente organizada.