Una academia de artes marciales de Lima está dictando clases gratuitas de MMA y jiu jitsu brasileño a mujeres que quieran aprender a defenderse. A sus dueños les preocupan los altos índices de violencia contra la mujer, que se manifiestan en violaciones, agresiones y acoso callejero. Ellos también dicen #NiUnaMenos.,–Pero profe, ¡cómo voy a poder cargarlo!– pregunta Katy Domínguez (20), estudiante de Negocios Internacionales. PUEDES LEER: CMD presenta campaña contra la violencia hacia las mujeres –Sí, sí vas a poder– responde Wilder Álvarez (36), profesor de Artes Marciales Mixtas (MMA). –¡Olvídate que eres mujer y que yo soy hombre! Álvarez tira dos puños, suaves, izquierda y derecha. Katy se lanza a sus dos piernas, las abraza, se pone de pie y ya tiene a su profesor –que pesa 10 kilos más que ella– en el aire. –¿Ya ves? ¿Ya ves?– dice él. Repiten el intercambio. Ella lo levanta por segunda vez. Y por tercera. Lo mira y se ríe. Es que parecía tan difícil. En agosto, Katy comenzó a entrenar en la sede de Los Olivos de Perú Fight Academy. Está aprendiendo MMA y jiu jitsu brasileño. El entrenamiento la está empujando a hacer cosas que ella jamás pensó que podría. Cargar a un hombre más grande, por ejemplo. Caer al suelo. Levantarse y seguir. No es la única. En las últimas seis semanas, alrededor de 250 mujeres han llegado a esta sede y a la de Pueblo Libre de la academia buscando aprender estas dos disciplinas. De esa masa, se han mantenido unas 70. De lunes a sábado, desde las 7 de la mañana hasta las 9:30 de la noche, 70 señoras y señoritas aprenden llaves y técnicas de golpeo, derribo y escape. Nadie les cobra un sol. Lo único que se les pide es disciplina. Y persistencia. Liberarse del machismo El Perú es un país de agresores de mujeres. Solo entre enero y agosto de este año se registraron más de 38 mil denuncias de violencia contra ellas, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). El año pasado hubo 95 feminicidios y en lo que va de este 2016 ya van 85. Todos los días, 20 mujeres son violadas. Somos un país de agresores, violadores y machistas. Luigi Alcalde (36) y José Miguel Morante (33) son conscientes de esta situación. Programador uno, experto en márketing el otro, estos apasionados practicantes de diversas artes marciales abrieron hace dos años Perú Fight Academy, en Pueblo Libre, para brindarle una alternativa deportiva a la gente que quiere entrenar boxeo, muay thai, jiu jitsu brasileño y MMA con fines más recreativos que competitivos. En julio, Luigi y José Miguel vieron con interés el activismo alrededor de la campaña #NiUnaMenos, que semanas después desembocaría en una multitudinaria marcha. –Nosotros pasamos por un proceso de aprendizaje para entender lo que sufren las mujeres todos los días, cosas como el acoso, que, de repente, por venir de un crianza un poco machista, veíamos como algo normal– dice Luigi. –Y nos preguntamos qué cosa podíamos hacer para ayudarlas. A fines de julio, poco después de inaugurar la sede de Los Olivos, lanzaron su propia campaña #NiUnaMenos: durante todo agosto las mujeres recibirían clases gratuitas de jiu jitsu brasileño y MMA con el fin de dotarlas de herramientas de defensa personal. Pronto se dieron cuenta de que un mes era muy poco tiempo para que pudieran desarrollar una base sólida de autodefensa, así que extendieron la campaña hasta fin de año. –Hubo otras academias que lo hicieron de forma comercial– dice Luigi. –Decían "por Ni Una Menos, 50%" o "Trae a tu amiga", pero eso no era apoyo porque ya estás recibiendo dinero. Apoyar es hacerlo sin buscar nada a cambio. El arte suave "Dios creó hombres fuertes y débiles. El jiu jitsu los igualó". La sentencia es de Hélio Gracie (1913-2009), el padre del jiu jitsu brasileño, y resume la esencia de este arte marcial, que no precisa de golpes para someter al adversario. En el suelo, donde se desarrolla la mayor parte del combate, importa mucho menos la fuerza y mucho más la técnica. Leonardo Ghiggo (32) cree que por esta razón el jiu jitsu es ideal para las mujeres, y está tratando de demostrarlo. Esta tarde está enseñando a sus alumnas a escapar de la posición de cien kilos (cuando el rival está encima, de forma lateral). Les enseña cómo sacar la cadera y cómo mover brazos y piernas para llevar al oponente a la guardia completa. Y una vez allí, aplicarle un estrangulamiento de triángulo. Melissa Sirio (20) practica la técnica con su hermana menor. Estudia en la Universidad del Callao y le preocupan mucho los robos y asaltos que hay por esa zona. A su hermanita la ha fastidiado más de un mañoso en el bus. Melissa dice que quieren estar preparadas para cualquier cosa que les pase. Katy Domínguez está cerrando su llave de triángulo alrededor de la cabeza de su compañera Ligia Cano (30) pero no lo está haciendo bien. Leonardo la corrige. Hay que coger bien la pantorrilla derecha y jalar hacia abajo, ayudándose con la rodilla izquierda. Katy asiente. Ligia aguarda, mientras las piernas de Katy se cierran más y más. –Creo que se está poniendo azul– dice Melissa, que ha estado viendo la escena. Katy deshace el triángulo. Ligia levanta la cara. Está colorada. Y tiene una enorme sonrisa. –Me encanta hacer la llave de triángulo– contará Katy después. –Sientes que podrías ahogar a la otra persona con tus piernas. Es una técnica que puede servir si alguien te agrede y te lleva al suelo. –La mayoría de las agresiones que sufren las mujeres son cuerpo a cuerpo– dice José Miguel Morante. –El jiu jitsu se basa en agarres, palancas y ahorques, es cuerpo a cuerpo. Te puedes defender sin necesidad de ser el más fuerte. Según él, que practica jiu jitsu hace cinco años, en cuestión de tres meses un estudiante puede aprender a salir de la posición inferior y voltear al oponente, lo que en este deporte se denomina "raspado". –Una vez que haces el raspado, lo mejor es liberarse y correr a pedir ayuda– recomienda. –Solo en caso extremo, trata de finalizarlo. Andar sin miedo Hace un mes y medio, a Stefany Zavala (27) le robaron el celular. No era la primera vez pero en esta ocasión el ladrón se abalanzó sobre ella cuando ambos estaban dentro de un microbus. Stefany intentó resistirse, pero el malhechor terminó empujándola y corrió fuera del vehículo con el aparato en las manos. Ella no había terminado de pagarlo. Por eso, cuando ella y una compañera de trabajo se enteraron de la campaña de Perú Fight Academy, decidieron inscribirse de inmediato. Por eso esta tarde están lanzándose puñetes y patadas la una a la otra, siguiendo las indicaciones del profesor Rommel Estrada (32). Sus golpes son blandos, irregulares, pero eso es porque esta es su primera clase. Están sudando a chorros y eso las tiene encantadas. Pronto aprenderán a lanzar combinaciones. Pulirán su técnica. Se harán más fuertes. Más seguras. Porque, según Luigi Alcalde, ese es el efecto más inmediato y, probablemente, el más importante de este entrenamiento. Adquirir seguridad. Confianza. No necesariamente para enfrentar a un delincuente. Pero sí para, por ejemplo, pararle el macho a un mañoso. No tener –tanto– miedo a un golpe. No quedarse callada. –También pueden tener la confianza de que están en un grupo– dice, por su parte, el profesor Wilder Álvarez –y de que ese grupo las puede defender. Que no se sientan solas. No han faltado los detractores. Directores de otras academias le han hecho llegar su opinión de que están "malogrando la plaza" al dictar clases gratuitas. Y unos cuantos machos que se respetan y que no han entendido nada se han quejado en Facebook de que como no hay descuento para ellos, los están "discriminando". En contraste, los aplausos les han llovido. Hace un tiempo hubo uno especial. Vino de una de las dirigentes del colectivo #NiUnaMenos, que les escribió para felicitarlos. En ese momento sintieron que estaban haciendo lo correcto. Que estaban aprendiendo. Y realmente ayudando.