Milagro de vida. Menor que sufría de una cardiopatía fue operado por un equipo multinacional de médicos en el Instituto Nacional de Salud del Niño. Como él, otros 14 chicos se beneficiaron de la campaña “Mi mejor regalo, un corazón sano en Navidad”., Milton López T. Tuvieron que sacarle el corazón durante dos horas para que pueda tener una oportunidad de vida. Mientras lo operaban, una máquina estuvo realizando las funciones que cumplía el débil corazón de Jhoel, un valiente niño de 13 años. El problema de Jhoel Aspur era grave: tenía un gran agujero que comunicaba los dos ventrículos de su corazón, es decir, se mezclaban los dos tipos de sangre: la arterial, cargada de oxígeno por los pulmones y que se distribuye por todo el cuerpo, y la venosa, que luego de haber nutrido a todos los órganos regresa sin nutrientes al corazón. La dolencia cardiaca de Jhoel, natural de Ayacucho, se originó en su etapa de formación, cuando estaba en el vientre de su madre. La enfermedad, llamada síndrome del bebé azul, limita su desempeño físico. Además, ciertas partes de su cuerpo adoptan una coloración violeta o azul. Paradójicamente, Jhoel es crema a muerte. Es hincha del club Universitario y desde que su enfermedad se manifestó ya no pudo seguir practicando su deporte favorito, el fútbol. “Esos son los síntomas de este tipo de cardiopatías”, señala el médico Eduardo Esqueche, jefe del Servicio de Cirugía Tórax y Cardiovascular del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN). Para dar una oportunidad de vida a niños como Jhoel (cada año 5 mil niños nacen en el país con cardiopatías similares), se debe invertir un monto aproximado de 5 mil dólares. Es una operación compleja, en la que una máquina permite oxigenar la sangre del niño mientras se le está operando. “Para operar un corazón obviamente hay que pararlo primero, es como una muerte controlada”, señala Esqueche. Niño valiente “Mientras me operaban yo no sentí nada; ahora estoy bien y feliz”, dice Jhoel. Y su madre lo confirma. “Él es un buen chico. Ha ocupado el primer puesto en su colegio y ahora tiene la oportunidad de seguir siendo el primero”, señala Gladys Yaranga, quien no puede explicar su alegría en español porque es quechuahablante. Gracias a la campaña “Mi mejor regalo, un corazón sano en Navidad”, del INSN, doña Gladys ha recuperado la esperanza y la sonrisa. “Estoy alegre por mi hijo, pero también preocupada porque no tengo dónde quedarme”. La familia Aspur Yaranga no tiene recursos ni un lugar donde quedarse en Lima. Ha tenido que ir y venir varias veces de Ayacucho y en ese vaivén han gastado lo que tenían. Gente de buen corazón Miriam Anchante, jefa de enfermeras, ha seguido de cerca el caso de Jhoel, así como el de otros 14 niños que han sido operados desde el 5 hasta el 19 de diciembre, durante la campaña del INSN. “Esta campaña es una bendición; ellos nos dan el conocimiento técnico y nosotros entregamos nuestra experiencia y dedicación”, señala Anchante en referencia a los 15 cooperantes internacionales que han apoyado las cirugías denominadas “complejas” y que pertenecen al programa de la International Children’s Heart Foundation, con sede en EEUU, dirigido por el médico Rodrigo Soto. “Me siento feliz al ayudar a los chicos”, cuenta el médico José Olarte, natural de Colombia, quien al igual que la médico Randa Blenden (EEUU) integró el equipo de profesionales que hicieron posible dar un “corazón nuevo” a chicos como Jhoel. Diez personas intervinieron en su cirugía, que duró cinco horas. El proceso se repitió con los otros 14 niños. Si bien Jhoel ya está estable, debe regresar cada 4 o 5 años para cirugías menores. Varios niños no pudieron viajar a la capital Inicialmente eran 30 niños los que iban a ser operados por el equipo de la International Children’s Heart Foundation y el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN), pero por razones económicas la mitad de las familias con “niños azules” no pudieron trasladarse hasta la capital. Desde 1960, el INSN, del Ministerio de Salud, es pionero en operaciones a corazón abierto en niños de escasos recursos. La médico Randa Blenden, voluntaria internacional, manifiesta que 11 aparatos modernos traídos por la Fundación que apoya en las cirugías complejas a los “niños azules” se han quedado en Aduanas por problemas burocráticos. Si los hubieran liberado a tiempo se habría operado a más niños.