novela. La poeta y novelista peruana ha publicado Halo de la luna, una historia que se adentra en las almas de sus personajes. Eros y Tánatos en tensión mientras que la vida se degrada.,A finales de 1980 leí, de casualidad y no sin asombro, un maquiescrito de un poemario de una poeta peruana, no recuerdo si había llegado a Lima o aún estaba en París. Lo cierto es que la lectura de ese original fue una experiencia eléctrica. Verso tras verso, página tras página, su lenguaje, era una verdadera flama de una poesía nueva. Era el original de Noches de adrenalina (1981) y estaba allí, en poder de Estaban Quiroz, quien trabajaba la primera edición para la colección Cuadernos del Hipocampo, que dirigía el amigo y recordado gran escritor Luis Fernando Vidal. Esa fue la primera vez que tuve noticia de Carmen Ollé. Desde entonces, la hemos seguido libro tras libro, algunos de poesía, otros de ensayo y también de narrativa, en el campo de la novela. Precisamente, la última entrega de Ollé es la novela corta Halo de Luna, publicada por Peisa. La historia cuenta de Samantha, una adolescente enferma, pronto a morir, cuyos padres, poseedores de una fortuna, le han pedido a su cuidadora que vea la manera de cómo la muchacha no se muera sin no haber experimentado el placer de tener sexo. Esa será la tarea de la aya, y también el cuerpo y trama de la novela. “En este caso –ha dicho la autora en una entrevista–, yo me basé en una leyenda que no llego a reconocer de donde la saqué, y es muy oriental esta idea de no irse al otro mundo sin haber probado la felicidad de una noche erótica”. Asimismo, ha negado que Halo de la luna sea propiamente una novela negra.El desarrollo de la historia será una retahíla de intrigas, pues hallar el amante no es fácil. Las situaciones se suceden como en escenas, desde la aparición de un personaje mítico como Caronte, el barquero que está en espera en su balsa para trasladar a aquellos que mueren y llevarlos hacia la otra vida, hasta personajes cotidianos, como un guardabosque, un amante que querrá hacerse de la fortuna por poseer a Samantha. Pero en la historia todo está montado como un ritual. Los personajes se transfiguran en roles que tensionan posiciones de Eros y Tánatos, el bien y el mal. El amor parece haber cedido a la sordidez. No son pocas las veces que los diálogos son realmente duros, la violencia no solo está en los hechos, está, sobre todo, en la manera cruda como interactúan los personajes.Como narradora, Carmen Ollé, en cada título, ha variado registros en su escritura, pero, a nuestra modo de ver, en todos ellos subyace el pulso de la poeta. Así, el lenguaje, esencial, medido, dosificado, opta por lo seguro. Como lectores, quizás preferimos un lenguaje más arriesgado. Seguro, pero lo innegable es que Halo de la luna no deja de ser inquietante.❧