¿Cuándo se podrá retirar la CTS?

La palabra más temida

El terruqueo ha escalado de la política al cine y ha polarizado aún más el debate.

Se trata de una palabra que en el Perú actual se usa como arma arrojadiza, tipo cuchillo o puñal, que busca estigmatizar al rival y generar un rechazo generalizado. Es la palabra terrorista y todos sus derivados. Se emplea para el descrédito y ahora se extiende hasta para valorar una película de cine.

Básicamente, tiene relación con la percepción personal sobre una etapa de historia reciente, en la cual el país fue escenario de un conflicto armado en el que una banda asesina desató una ola de atentados y crímenes contra población civil. Las matanzas pudieron conocerse al ser denunciadas por héroes anónimos —alcaldes, fiscales y periodistas— que rompieron la indiferencia capitalina con el relato de estos horrores.

Debido a la extensión y multiplicación de estos hechos violentos, las fuerzas armadas y policiales intervinieron, y en este contexto se produjeron hechos investigados y sancionados en su mayoría, en los que se violaron derechos humanos de pobladores y se traspasaron las barreras legales existentes.

La ola terrorista amenazó a Lima. Los atentados, crímenes selectivos y coches bomba en lugares públicos trajeron una larga noche del terror. Finalmente, una prolongada labor de inteligencia logró la captura de los cabecillas y, con ello, la ansiada pacificación.

Fue un triunfo democrático contra fuerzas totalitarias que tenían una visión desquiciada del futuro del país. Había que derrotarlas con las armas que autoriza la Constitución. Y sancionar todo acto reñido con la legalidad.

Lo que ahora se pretende es reescribir ese episodio trágico y concederles a las violaciones de derechos humanos una impunidad que nunca tuvieron. “Lo hizo el Perú” o era “necesario” no son respuestas válidas para una memoria colectiva que todavía guarda heridas y señales de violencia. La Comisión de la Verdad puso en evidencia que sin justicia, no hay paz.

El cine ha mostrado estas viejas heridas. Y la reacción conservadora ha querido sancionar al mensajero. Negar que ocurrió es un despropósito y un desperdicio. El terrorismo existió y fue derrotado. Los excesos, investigados y algunos, sancionados. Queda ahora entender el fenómeno y no repetir errores. No ayuda negarlos.

La República

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