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Sociedad

¿Dónde están? Hay 4.075 mujeres desaparecidas entre enero y agosto

No las olvidemos. Xiomara, Pilar, Karin son algunas. Salieron de casa y no las volvieron a ver. De las 7.762 reportadas como desaparecidas en el país, solo el 48% de ellas fueron localizadas.

Búsqueda. Diversos grupos feministas se han sumado a la búsqueda de las desaparecidas.
Búsqueda. Diversos grupos feministas se han sumado a la búsqueda de las desaparecidas.

El 27 de agosto del 2019, Karin Alvarado López, de 39 años, salió a comprar caramelos para una fiesta infantil. Tenía apenas seis cuadras por delante. Ella vivía con su familia, en Ica. Unos vecinos la vieron por la ruta. Después nada. A 38 meses de su desaparición, su familia y grupos feministas y de derechos humanos la siguen buscando.

“Ese día ella salió de la casa y desde esa fecha no sabemos nada de su paradero”, dice Edward, su hermano.

Karin no es la única. Pilar Antezana Pomahuallca está desaparecida desde el 4 de agosto último. Ese día estaba en su casa cuando fue recriminada por su esposo Félix, quien le reclamó sus constantes salidas. Pilar tiene 34 años. No hay culpables. Su familia sospecha de su pareja, con quien tenía una mala relación.

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Con apenas 13 años, Xiomara K. M. P. fue reportada como desaparecida el 24 de junio. Su desesperada madre lleva cuatro meses buscándola desde aquella mañana que salió de su casa, ubicada en La Tinguiña, en Ica.

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, de enero a agosto se registraron 7.762 denuncias sobre mujeres desaparecidas, de las cuales solo 3.687 (48%) adultas, niñas y adolescentes fueron localizadas. ¿Dónde estás las otras 4.075?

Ellas no están. Se las llevaron. Las arrancaron de sus hogares. Algunas fueron víctimas de los gritos y la mano violenta. Otras se perdieron. Desaparecieron un día sin dejar rastro y pusieron en pausa la vida de sus seres queridos, como es el caso de Ana Sofía Quispe Huaripata (22), quien desapareció en Bajo Otuzco, Cajamarca, desde el 19 de octubre.

No hay registro único

Los padres y hermanos de Rudith Wajai Ampush (13), una niña awajún desaparecida en Rioja, o de Betty Saori, o de Guadalupe Rosaura y Floriselda Román pasan las horas pensando en qué pudo haber pasado con ellas. Los carcome la desesperación de no poder tenerlas a su lado. Ellos darían cualquier cosa por un nuevo abrazo.

Los últimos reportes de la Defensoría señalan que en setiembre hubo 491 notas de alertas de mujeres desaparecidas (una menos que en agosto): 323 niñas y adolescentes y 168 adultas.

Sin embargo, de enero a setiembre ya suman 4.019 notas de alerta: 1.313 (33%) adultas y 2.706 (67%) niñas y adolescentes.

Muchas de ellas son los rostros de la violencia de género, de la trata de personas, de las problemáticas intrafamiliares y de la falta de un sistema unificado de datos que permita encontrarlas, de manera rápida y eficiente.

¿Cuántas son? ¿En dónde están? ¿Qué pasó con ellas? Las cifras no ayudan a poder armar un diagnóstico confiable porque no existe un registro único de personas buscadas y lo que hay es improvisado, por lo que queda en manos de la burocracia o de la buena voluntad de las regiones el compartir la información que tienen.

El mes pasado, la PNP registró 974 denuncias por desaparición de mujeres en todo su ciclo de vida, siendo ubicadas 484 de ellas (49,6 %).

A muchas otras, sin embargo, se las tragó la tierra, como ocurrió hace seis años con Esthefanny Díaz, quien entonces (24 de abril del 2016) tenía 22 años y desapareció con sus hijas Tatiana (5) y Yamile (7 meses).

El caso está dormido en la Fiscalía de Mi Perú. Su familia sospecha de una prima y la pareja de esta. Nadie hace nada.

El Estado tiene la obligación de ubicarlas

La defensora del Pueblo (e), Eliana Revollar, sostiene que el Estado tiene la obligación de ubicar a las personas desaparecidas. Para ello, agrega, su actuación debe ser extremadamente diligente, sin cuestionamientos a la víctima o familiares, con perspectiva de género y sin estereotipos.

“Las primeras horas son vitales para buscarlas”, afirma.

Periodista profesional, egresado de la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Me gusta explicar, enseñar, compartir. A lo largo de mi carrera he cubierto casos resonantes que nos ha tenido más horas en la computadora que lo habitual, siempre aferrado a un estilo, que combina datos, análisis, entrevistas, crónicas.