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Sociedad

Víctor Zamora: “No se puede determinar una cifra exacta de fallecidos por COVID-19 en tiempo real”

La ministra de Salud, Pilar Mazzetti, confirmó que existe un desfase en el registro de fallecidos. Víctor Zamora, ex titular de dicha cartera, detalla el proceso de conteo de fallecidos y el por qué del subregistro.

(Foto:Composición EFE y La República/Antonio Melgarejo)
(Foto:Composición EFE y La República/Antonio Melgarejo)

El pasado miércoles 22 de julio, la titular del Ministerio de Salud, Pilar Mazzetti Soler, comunicó en conferencia de prensa que sí existe un desfase en el conteo de decesos por el nuevo coronavirus en el Perú en los reportes oficiales de esta cartera.

Tras aceptar que hay un subregistro, la ministra afirmó que la cifra de personas fallecidas a causa de este virus superarían los 40.000. A raíz de esta noticia, surge la incógnita: ¿cómo se cuentan a los fallecidos por COVID-19? El ex ministro de Salud, Víctor Zamora, cuenta en diálogo con La República los detalles de este proceso y cómo influye la precariedad de este sector para el registro de los decesos.

¿Cuál es el procedimiento para realizar el conteo de fallecidos por COVID-19?

Se cuenta a una persona fallecida por COVID-19 a aquella que tiene un certificado de defunción en el que se consta su deceso por este motivo y que, además, tiene una prueba de diagnóstico positiva, ya sea prueba rápida o molecular. Las personas que no cuentan con esta prueba de laboratorio, son catalogadas como sospechosas para fines de reporte epidemiológico. A pesar que tienen un certificado de defunción que dice [que fallecieron] por COVID-19, no hay una prueba de que sea por eso.

Si ya existe un protocolo para el conteo, ¿por qué existe un subregistro?

Los términos no identifican la realidad completa. En todo el mundo hay un subregistro porque, en primer lugar, no todos los pacientes con COVID-19 son diagnosticados con esta y no todos los que fallecen de esta enfermedad se registran como tal. Dentro de los que se registran, hay dos casos: los que se registran con una prueba y se confirma; y los que se registran sin una prueba confirmatoria. En el Perú, pasan todos estos casos. Gran proporción de registros que hacen los médicos están mal elaborados.

¿A qué se debe este mal registro?

Hay registros que no son correctamente llenados porque es un procedimiento que los médicos hacen de acuerdo a su entrenamiento. Hay quienes están bien entrenados para hacer un registro y hay otros que no. A eso le sumamos que aproximadamente el 10 % de fallecidos en el Perú no tienen certificados y se entierran de manera clandestina. Otro problema es que los certificados de defunción se pueden registrar mediante un aplicativo virtual del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), pero este cubre sólo el 60 % del Perú. El otro 40 % todavía es llenado a mano y ello genera otra dificultad: el viaje de la información. Pasa por registro civil y diferentes instituciones hasta que alguien toma ese certificado hecho a mano y lo coloca en el sistema informático. Esto produce desfases en la información.

Dentro del conteo, ¿se toma en cuenta a los fallecidos fuera de los centros de salud?

El sistema de información epidemiológica solo captura los registros realizados en establecimientos de salud, y muchas de las muertes no se producen en estos, sino en casa. No se está tomando en cuenta las muertes fuera de los centros de salud porque la notificación se realiza a través del sistema de los establecimientos. Por ejemplo, si registran 20 fallecidos y cinco han muerto en domicilio, los médicos no lo notifican, a pesar que es obligatorio. Yo formé una comisión para análisis de la mortalidad el 4 de junio.

¿Cómo funciona esa comisión?

Se empieza a analizar dato por dato. Se revisa un expediente y si dice que falleció por COVID-19, entonces se ingresa al sistema de laboratorio para verificar que exista un documento que certifique que murió por el nuevo coronavirus. Esto pasa porque hay personas que llegan al establecimiento de salud, le toman la muestra, muere y ya nadie se preocupa de recuperarla porque ya falleció. La comisión se encarga de rescatar esos datos. Ese proceso de limpieza es muy tedioso y lento, es expediente por expediente y hay algunos escritos a mano. En una epidemia, los datos demoran en estabilizarse.

¿Qué otros problemas afronta esta comisión?

Ningún sistema de información del Perú captura todos los fallecidos. El Sinadef, sin epidemia, tarda en actualizarse un año aproximadamente y no funciona óptimamente todo el tiempo: ni cubre todo el país, ni su llenado es suficientemente de calidad por parte de los médicos, e imaginemos los lugares donde no hay personal de salud. A eso, se suma que no se podrá saber jamás si una persona sospechosa de COVID-19 ha sido cremada, por más que se haga una prueba súper molecular. Aquellas que han sido enterradas tampoco, pues una exhumación de los cadáveres es imposible porque los costos son altísimos. Existe un grupo de personas que no tienen ni certificado ni prueba y han sido enterradas de manera clandestina: sobre esas, jamás podremos saber qué pasó, porque en Perú hay cementerios clandestinos.

Entonces, ¿realmente se puede calcular de manera exacta a los fallecidos por COVID-19?

En tiempo real, no se puede determinar una cifra exacta de fallecidos por COVID-19. Yo te puedo dar el registro de los que han muerto, pero ese va a cambiar. Pongamos que hoy se cierra con una cifra determinada. Trascurre la semana y el Minsa recibirá datos de gente que falleció ese día pero que no se informó en el momento porque la información tardó en llegar desde las regiones. Entonces, cuando ese dato llega, se le agrega a la fecha que corresponde. Luego, pasará un tiempo y se pueden descubrir otro número de fallecidos que no fueron registrados en su momento. Por eso es que el primer reporte de este grupo de trabajo le suma 3.688 muertos a la cifra total y va a seguir sucediendo. El mundo del registro de los fallecidos es complejo y es el reflejo de nuestro sistema de salud que es precario en muchas cosas, dentro de ellas, este campo. Sin embargo, no somos la excepción a la regla, esto está pasando en todo el mundo.

Editora de género en Grupo La República y periodista de datos e investigación. Bachiller en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y diplomada en Estudios de Género y Feminismos por la Universidad de Buenos Aires.