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Sociedad

Entre el miedo y el pánico

“Hay quienes no entienden, desde personas en distritos acomodados que salen a hacer deporte, hasta multitudes que abarrotan mercados”.

Entre el miedo y el pánico
Entre el miedo y el pánico

En una de sus recientes y esperadas presentaciones por televisión, el presidente Vizcarra ha precisado que tenemos razones para sentir miedo pero no pánico. Tiene razón. La amenaza del COVID-19 es real y está aquí. Es lógico que nos asuste y, al mismo tiempo, es importante que no sucumbamos al pánico. Ese miedo paroxístico que lleva a situaciones irracionales como el consumo desenfrenado o, aunque esto felizmente no ha ocurrido, la ruptura catastrófica del orden social, con saqueos por ejemplo.

En la encuesta de IPSOS que publica este domingo 22 de marzo El Comercio, el 12 % de los encuestados declara sentir miedo ante la obligación de permanecer en casa. Un 25 % declara sentir ansiedad y estrés (ansiedad es un anglicismo –anxiety– para angustia). Estas cifras relativamente bajas revelan que las medidas tomadas por el Gobierno están siendo mayoritariamente bien aceptadas por la población, que las aprueba al 95%. Pese a que para muchos es mucho más duro económicamente que para otros, la inmensa mayoría se siente reconfortada por estas decisiones drásticas. Como los niños y adolescentes lo saben, los límites impuestos por los adultos, cuando son comprendidos, son tranquilizadores y dan contención.

Es evidente que lo peor está por venir, tal como lo vemos en países con muchos más recursos que el nuestro, tales como Italia, España o Estados Unidos. Estos se han visto desbordados en sus servicios de salud (en los EEUU está ad portas pero los médicos no tienen dudas de lo que sucederá). La esperanza que tenemos es que el Gobierno esté proveyendo al Estado de lo esencial, aprovechando esta pausa. Así como las aves marinas retornan a la mismísima Agua Dulce (y no solo a playas lejanas), sabemos lo crítico que es proveernos de pruebas, ventiladores, camas, hospitales y sobre todo equipos de protección para el personal de salud que está en el frente de batalla (con permiso del lenguaje militar del General Astudillo, que nos hizo sonreír con sus metáforas de guerra, trincheras, armas, etcétera).

Mientras tanto hay quienes no entienden o toleran la situación, desde personas en distritos acomodados que salen a hacer deporte, hasta multitudes en Chincha o Huancayo que abarrotan mercados. No advierten que están preparando un escenario apocalíptico en el cual el miedo podría dar paso al pánico.

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