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Sociedad

El pedófilo feliz, mimado y consentido

Creciente y tolerada violación de niñas, niños y adolescentes.

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Pocos delitos son tan terribles, frecuentes y tolerados, como la violación y asesinato de una niña, niño o adolescente.

Tan terrible que en Mateo 18:6 Jesús advierte al pedófilo que “cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”.

Tan frecuentes que, según los registros del Ministerio de la Mujer, solo en el primer mes de 2020 se atendió a 464 menores por violación sexual. En todo 2019, los centros de emergencia mujer atendieron a 5,140 menores por ese motivo, lo cual representa el 65% de las violaciones de todo el país, como reseñó ayer un informe publicado en El Comercio. Cada dos horas, alguien viola a un niño en algún lugar del Perú.

Unicef Perú ha hecho notar, en el contexto de la tragedia de la niña de cuatro años violada y asesinada, y sobre cuya madre de 22 años no cesa un perverso esfuerzo de linchamiento en su barrio, redes y algunos medios, su preocupación por los execrables crímenes que se cometen a diario en el Perú contra niñas, niños y adolescentes que les dejan huellas terribles e imborrables para toda su vida.

Los violadores pueden ser cualquier persona, desde alguien cercano al entorno familiar de la víctima, un vecino, otro menor desadaptado –como en el caso reciente de la pobre niña de Independencia–, aunque, como informó René Gastelumendi en su columna de ayer en este diario, en su mayor parte los pedófilos son hombres de edad mediana y heterosexuales.

Y las violaciones a niños y adolescentes son tan consentidas porque, con frecuencia, los abusadores tienen una gran capacidad de seducción por la posición que ocupan, desde un sacerdote del mayor nivel que puede abusar de gente desesperada que busca soluciones en la confesión, o artistas famosos, escritores o periodistas muy apreciados por los poderosos, desde presidentes hasta dueños de medios, como el pederasta francés Gabriel Matzneff, a pesar de que todos conocían, pero toleraban, su prontuario como violador y pedófilo feliz, mimado y consentido.

Contra los pedófilos hay que tener intolerancia rigurosa, por el futuro de las niñas, niños y adolescentes del país.

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