Así, siempre fuimos así

Los movimientos se estrellan. El tráfico con su ‘pico y placa’ deficiente, y mamarachento. El movimiento social por Tía María, larvado, crispado de turbidez. El movimiento político a partir del adelanto de elecciones y pariendo la repulsa contra el Congreso. Y en los Panamericanos el movimiento patriótico enarbolando las medallas apitucadas en el surf, el squash, el esquí acuático y el oro del Mantaro en maratón y marcha.

Todos colisionan y chocan y hasta la feria del libro con sus argollas regias y los cholos pujantes. Según mi Alicia Meza, con récord de visitantes y choros: 586.900. Un huevo de gente, el domingo no se podía caminar. Y no hay ley del libro y el presidente Vizcarra sigue meciéndonos. Hugo Neira ha escrito que vivimos en medio de la peste del maniqueísmo achorado, aquel que no discute, aplasta. No exagere, doctor.

Pero cierto, el género del policial está de moda. Baste ver los noticieros del canal 4. Cinco horas de asaltos, violaciones, choques y fuga. Unos los prefieren antes que una entrevista a la Vilcatoma o la Bartra. Yo también. Y al mismo tiempo la ciudad vive en tiempos del “glovers”, esa masificación de los servicios: el delivery, el taxi, el pollo a la brasa, las trabajadoras sexuales, etc.

Paciencia limeños digo yo en el vórtice del achoramiento. Pero nadie me cree. Todos actuamos en modo intolerante. Lo que pienso yo vale, lo otro jamás. Consensos dice Jorge Nieto pero entre fanáticos no creo. Y en este clima intemperante y terco, ni el Señor de los Milagros. ¿La cosa es de ahora? No. De siempre. Entonces, no pasa nada.