UPP: el naufragio de un proyecto
Testimonio. El catedrático Alberto García Campana fue testigo privilegiado de los primeros pasos dados por Unión por el Perú de la mano de Javier Pérez de Cuellar y el exalcalde del Cusco, Daniel Estrada Pérez. García era en 1994 uno de los hombres de confianza y formaba parte del círculo más cercano del recordado “Q’osqoruna”.
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Alberto García Campana
Ya caía la noche de un día de noviembre de 1994, cuando en la Plaza Regocijo de la ciudad del Cusco se produjo el encuentro de dos personas, en un hecho que marcaría el inicio de un proyecto político que, al año siguiente, 1995, se consolidaría como la segunda fuerza electoral del país.
En un abrazo, aplaudido por decenas de personas que se congregaron en la histórica Kusipata (Regocijo), el entonces alcalde del Cusco, Daniel Estrada Pérez y el embajador Javier Pérez de Cuéllar, exsecretario general de las Naciones Unidas, extendieron la partida de nacimiento al partido político Unión por el Perú (UPP).
Ya en la noche, en la ceremonia en el Teatro Municipal, en la que Pérez de Cuéllar fue declarado Huésped Ilustre del Cusco, el exsecretario general del organismo internacional oficializó el acuerdo y pidió permiso al pueblo de Cusco “para llevarse a su alcalde”.
Inicialmente, el entorno cercano a Estrada Pérez había recibido la información de que el “Qosqoruna” iría en la plancha presidencial encabezada por Pérez de Cuéllar. Pero negociaciones en la penumbra, marchas y contramarchas, determinaron que Daniel Estrada encabezaría la lista de candidatos de UPP al Congreso de la República (por entonces unicameral y por distrito electoral único).
El proyecto político que enarbolaba Unión por el Perú era la aspiración arguediana de “todas las sangres”, y así fue como gente de izquierda, como Henry Pease, Aldo Estrada y el mismo Estrada Pérez, conviviera primero en la campaña y después en el Parlamento, con personas de mentalidad conservadora como el embajador Harold Forsyth, el abogado Carlos Chipoco, el empresario del transporte Miguel Ciccia (dueño de Civa) e incluso el militar acusado de represor, Luis Cisneros Vizquerra.
Apogeo y caída
La derrota electoral de UPP ante la maquinaria arrasadora del fujimorismo, llevó a Javier Pérez de Cuéllar a retirarse de la vida política activa. Daniel Estrada prosiguió todavía enarbolando las banderas de UPP hasta su muerte, en marzo de 2003. Se podría decir que, con la desaparición de Estrada Pérez y el alejamiento de Pérez de Cuéllar, UPP dejó de existir, aunque formalmente faltaba su entierro.
No se tuvo más noticias de Unión por el Perú hasta las elecciones del año 2011, cuando un tal José Vega Antonio, autoproclamado secretario general de UPP, salió públicamente a ofrecer el apoyo de su “partido” a la candidata Keiko Fujimori, quien enfrentaba en segunda vuelta a Ollanta Humala.
El partido cuyo candidato presidencial, Javier Pérez de Cuéllar, había sido víctima del vil atropello del fujimorismo, y cuyo congresista Daniel Estrada había investigado con tenacidad las tropelías de Vladimiro Montesinos, socio de Alberto Fujimori, de pronto apoyaba abiertamente a la candidata del fujimorismo.
Y así fue cómo UPP pasó de ser la segunda fuerza electoral del país, a convertirse en un cadáver político insepulto.
Un fantasma se abre paso
La alianza de UPP con el Frente Patriótico de Antauro Humala no es sino una confluencia de intereses personales. Hay quienes, como Vega, quieren perpetuarse en el Congreso, cobijándose bajo la sombra de un declarado “antisistema”, así como hay otro, Antauro Humala, que desde el penal pretende postular a la presidencia de la República, gestando su candidatura en un vientre de alquiler.
Esa agrupación de Vega, de Alarcón, de Antauro Humala, la que usurpa el nombre de Unión por el Perú, no es ni remotamente, el proyecto patriótico que fundaron Javier Pérez de Cuéllar y Daniel Estrada.
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