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Política

La emboscada

Para la oposición más dura del Congreso, decididos en su tirria al Ejecutivo, la caída o el debilitamiento de Zeballos sería una ganancia neta, la primera victoria de una minoría. Los sectores más moderados, formalmente mayoritarios, tendrían dificultades para encontrar una de impacto equivalente, por lo menos en el corto plazo.

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¿El nuevo Congreso le cortará la cabeza al gabinete Zeballos? Hay posibilidades. Una mayoría de bancadas está indecisa en el tema, y la dinámica de la investidura puede dar una sorpresa. En el mejor de los casos la confianza concedida a un gabinete zarandeado por los cambios se logrará por pocos votos. Una señal de desgano oficialista.

No veremos nada parecido a un triunfo de Martín Vizcarra. El Congreso necesita sus propios triunfos para una consolidación de su imagen de independencia frente al Ejecutivo. Quizás negar la confianza sería demasiado, pero debilitar a un gabinete ya debilitado podría ser una temprana ganancia de algunos puntos.

Esa votación y el debate que la precederá pondrán en evidencia las grietas que ya asoman en varios de los partidos, e incluso revelará algunas nuevas. Pero sobre todo hará notar la temperatura en la relación profunda entre Vizcarra y el Congreso, que hasta el momento es una cantidad desconocida.

Parte del enigma es si la cuestión está en Vicente Zeballos en cuanto como primer ministro desgastado, o en el propio Vizcarra como el presidente al que es preciso darle una lección desde el inicio. Los dos propósitos coinciden, pero no son la misma cosa. Pues en lo segundo habría una evidente vuelta al pasado.

Derribar al actual gabinete o recortarle seriamente la aprobación serían claros mensajes sobre el futuro de las reformas que ya han sido propuestas por el Ejecutivo. De otra parte el recorte de votos anunciaría una temporada de críticas parlamentarias a varios ministros específicos que ya están, como se dice, pedidos.

Circuló hace ya varios días la versión de que Zeballos sería cambiado para evitar una censura, pero ahora ya parece tarde para eso. Además Vizcarra no querría correr el riesgo de que le derriben un nuevo primer ministro. En esto una caída o una aprobación raspando de Zeballos serían males menores por comparación.

Para la oposición más dura del Congreso, decididos en su tirria al Ejecutivo, la caída o el debilitamiento de Zeballos sería una ganancia neta, la primera victoria de una minoría. Los sectores más moderados, formalmente mayoritarios, tendrían dificultades para encontrar una de impacto equivalente, por lo menos en el corto plazo.

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