El mañana propicio de la izquierda

La izquierda representada por el Frente Amplio y Juntos por el Perú, que el 2016 colocó 20 congresistas, esta vez, en conjunto, solo ha puesto nueve. Se le ha ido su sector radical, que ha migrado a UPP (si bien en estricto el antaurismo se acerca más al fascismo que a la izquierda, sus votantes sí son izquierdistas), y también lo ha hecho su sector más moderado o caviar, yéndose, para no volver, al Partido Morado y agrupaciones similares.

Muchos desde la derecha veíamos con expectativa una paulatina migración de la izquierda hacia fórmulas más centristas, proceso que comenzó a mediados de los 80 cuando fue desterrando paulatinamente los parámetros ideológicos de la lucha armada, haciendo de la democracia su cuerpo central, y que continuó cuando a partir de los 90 crecientes segmentos del conglomerado izquierdista empezaron a ver también con buenos ojos la vigencia de una economía de mercado.

Hoy no solo parece difícil que esa evolución se mantenga sino que lo más probable es que se empiece a revertir, así sea solo por una consideración estratégica: el nicho del centro se ha sobrepoblado, dejando poco margen a más inquilinos partidarios. Le resultaría bastante difícil a la izquierda competir con un centro precedente y siempre cabría una legítima inquietud respecto de la eventual autoridad que podría invocar quien recién se asoma en esos lares.

Solo parece quedarle a la mano a la izquierda peruana la reafirmación de sus postulados matrices, alejados de cualquier atisbo de defensa del capitalismo liberal. Hay espacio en el país para semejante alternativa. Y quizás sea bueno que alguien ocupe formalmente ese segmento y reduzca así los márgenes de posibilidad de opciones aventureras o disruptivas, incorporando de alguna manera una perspectiva antisistema dentro del establishment democrático.

Solo por mencionar datos electorales, si Juntos por el Perú (4.9) se hubiese unido a Perú Libre (3.5), como quería Verónika Mendoza, habría obtenido un 8.4%, y habría sido la segunda fuerza política en el nuevo Congreso. Si además lograba sumarse al Frente Amplio (6.1), estaríamos hablando de la primera.

A la radicalidad hay que agregarle la unidad, que dejó de ser un mito cargado de nostalgia para convertirse en una necesidad. La derecha o el centro se pueden dar el lujo de dividirse en varios partidos, la izquierda no, peor aún si se divide por pequeñas diferencias, absolutamente salvables.

Parece difícil que en la elección venidera, del 2021, la izquierda tenga roles protagónicos. El país está inclinado a la derecha, como lo corroboran los últimos resultados electorales, y en esa medida la izquierda deberá aguardar cinco años. La ecualización política lograda por Vizcarra tiene aún efecto y ello reduce las posibilidades de opciones divergentes del “modelo”.

Pero lo más probable es que la derecha que triunfe el 2021 no tenga en su equipaje programático −por lo menos ello no se aprecia en ninguno de sus voceros principales− el impulso de las reformas de mercado que el país espera desde los inicios de la transición democrática. Cinco años más de medianía abonarán terreno fértil a favor de opciones de izquierda.

La del estribo: mis candidatas para los Óscar de esta noche. Mejor película: Parasite o 1917 (en ese orden); mejor director: Bong Joon Ho o Sam Mendes (en ese orden); mejor actor: Joaquin Phoenix (Joker); mejor actriz: Renée Zellweger (Judy); mejor actor secundario: Al Pacino o Joe Pesci (The Irishman) (en ese orden); mejor actriz secundaria: Scarlett Johansson (Jojo Rabbit); mejor película de habla no inglesa: Parasite.