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Política

Cómo escapar del precipicio

“Empleando las armas de la democracia, con nuestras opiniones y nuestros votos, los peruanos debemos mantener la guardia en alto...”

TOLA
TOLA

Termina otra semana vertiginosa, decisiva para la salud democrática de nuestro país. Nuevamente, una cadena de hechos —en apariencia inconexos— evitó graves retrocesos para la lucha contra la corrupción de un hampa política que se resiste a ser derrotada.

Hemos visto el allanamiento a la casa de Luis Castañeda Lossio, que hasta ahora parecía salvarse de las investigaciones del caso Lava Jato. A la Fiscal de la Nación Zoraida Ávalos impedir el retiro de Pablo Sánchez del caso Los Cuellos Blancos del Puerto, cortando la intriga de los Fiscales Supremos Chávarry, Gálvez y Rodríguez Montesa, acusados de pertenecer a esa organización criminal. Atestiguamos el fracaso de la intentona fujiaprista por controlar el Tribunal Constitucional, rechazarse el nombramiento de Gonzalo Ortiz de Zevallos. Y conocimos las declaraciones de Luis Nava, quien describió al detalle las entregas de dinero de Jorge Barata a Alan García desde 2006.

El desplome del gobierno fujimorista en el año 2000 dejó grandes lecciones, pero hubo una a la que no prestamos suficiente atención. Era probable que, tarde o temprano, gracias a una mezcla de amnesia, nostalgia y errores ajenos, esa mafia que nos gobernó durante once años, saqueando al país y prostituyendo nuestra democracia, consiguiera recomponerse.

Fue lo que ocurrió. Pensando en vengarse de quienes hicieron justicia, reescribir la historia, volver a incurrir en sus corruptelas y perpetuar su autoritarismo, los integrantes de esa mafia y sus aliados aprovecharon su ocasión para recuperar el poder y manejarlo a su antojo, saltándose las reglas mínimas de una convivencia civilizada. Por segunda vez, una reacción nacional, que conjuntó a sectores de la Fiscalía, la magistratura, la academia, la política, la prensa y la ciudadanía consiguió frenarlos.

Ahora que parecen otra vez derrotados, convendría preguntarnos cuántas oportunidades más puede permitirse el país. ¿Podemos darnos el lujo de olvidar de nuevo, permitiendo la resurrección de este grupo de maleantes que nos saquearon, atentaron contra el Estado de Derecho y quisieron cuidarse las espaldas para resultar impunes?

Creo que la respuesta es evidente. Empleando las armas de la democracia, con nuestras opiniones y nuestros votos, los peruanos debemos mantener la guardia en alto, para impedir que estos políticos espurios y sus herederos vuelvan a asomarnos al precipicio.



Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.