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Política

Alborotos en el vecindario

“El Perú es un país con crecimiento, en trance de terminar con el poder de la mafia, dentro de la constitución y sin violencia...”.

RONCAGLIOLO
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En lo que queda de este octubre tendremos elecciones generales en Bolivia (mañana, 20), Argentina y Uruguay (ambas el 27). En las elecciones bolivianas y uruguayas las encuestas favorecen respectivamente a Evo Morales, del MAS boliviano, y a Daniel Martínez, del Frente Amplio uruguayo.

En Argentina, después de las primarias (PASO), es muy probable que asistamos al triunfo de Alberto Fernández, con la consiguiente derrota de Mauricio Macri.

Quienes solo creen en la democracia cuando la gente vota a favor de sus posiciones, piensan que los argentinos están locos al no reelegir a Macri. Lo cierto es que él hizo tres promesas principales: (1) ¡pobreza cero! (algo que no existe en el mundo y demuestra su ignorancia); (2) disminución drástica de la inflación y (3) recuperación del crecimiento económico.

Resultados: (1) la pobreza, que era del 28%, llegará a fines del 2019 al 40%, y la indigencia ha subido al 10%; (2) la inflación, que era 29%, terminará este año en un 50%; y (3) el crecimiento económico será negativo en un 5%. A lo que cabe agregar que la deuda pública ha pasado de un 40% a un 88% del PBI, merced al préstamo de 57 000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI). El nivel de vida de los sectores bajos y medio ha caído por los suelos. Como decía el escritor mexicano Héctor Aguilar Camín, la tarea de los políticos es resolver los problemas de la gente, no crearle problemas a la gente. De ahí que la derrota de Macri no sería ninguna locura sino puro sentido común.

En el Ecuador, el Presidente Lenin Moreno ha tenido que retroceder en su política fondomonetarista, ante la arremetida del movimiento indígena y popular en las calles de Quito. Ojalá que el Ecuador no vuelva a la crónica inestabilidad de sus mandatarios.

Súmese a ello la sospechosa pasividad de Jair Bolsonaro frente a los incendios en la Amazonía y su envalentonado y vergonzoso discurso en la ONU.

Así, al terminar este octubre, el paisaje político sudamericano puede aparecer bien distinto. A pesar de las proclamas de “Maduro ya cayó”, la ilusión insurreccional no ha logrado avances sustantivos frente a la dictadura de Maduro. Como era de preverse. En cambio, se ha afirmado la ultraderecha radical de Bolsonaro, amparada por el silencio regional frente a la agresión xenofóbica de Trump.

Entre ambos extremos, y a pesar de sus avatares, el Perú es un país con crecimiento, en trance de terminar con el poder de la mafia, dentro de la constitución y sin violencia, y en condiciones para establecer un auténtico y renovado diálogo nacional, sin exclusiones. Sobre todo, con las noticias de anteayer, jueves 17.

Su responsabilidad es mantener la sensatez y preparar, en estas difíciles circunstancias, el futuro mediato de una concertación regional, hoy inviable. Pero que mañana será indispensable, y cuya búsqueda ha caracterizado a la política exterior peruana desde la fundación de la República. El gobierno del Presidente Martín Vizcarra y la cancillería, conducida por el Embajador Gustavo Meza Cuadra, están en óptimas condiciones para mantener el equilibrio que dicho futuro requiere.


Rafael Roncagliolo. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.