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Política

El sillón no está vacío

“No es extraño que los militares hayan reaparecido en esta crisis, sentados al lado del presidente Vizcarra, para recordarnos que el poder existe y que ellos, junto con los empresarios, son parte del mismo”.

Adrianzén
Adrianzén

Los últimos acontecimientos nos deben llevar a preguntarnos si la actual crisis es consecuencia de un conflicto entre ejecutivo y legislativo en el cual las fuerzas de la oposición al ser mayoritarias crean una crisis de gobernabilidad o si más bien es parte de una crisis mayor.

El problema, en mi opinión, no es que el oficialismo no haya contado con una mayoría propia en el Congreso, los tres últimos gobiernos no la tuvieron y el Congreso no fue disuelto, sino que lo peculiar de este último Congreso fue que la diferencia entre las bancadas oficialista y la opositora fue abismal. Mientras que el fujimorismo logró 73 escaños, el partido oficialista (PPK) alcanzó 17 escaños. El resultado fue un fujimorismo aliado con el APRA, prepotente y abusivo y un vizcarrismo incapaz de hacerle frente por no tener una bancada sólida ni numerosa.

El siguiente paso fue el rompimiento de Vizcarra con el fujimorismo (que le había dado una mano en su ascenso a la presidencia) y la decisión de trasladar ese enfrentamiento a la sociedad para darle un sentido político a ese significante vacío que era hasta ese momento el antifujimorismo.

El impacto sobre el Congreso fue que este se convirtió en un campo de batalla. No es casual la división de todas las bancadas y su posterior multiplicación pasando de seis a doce. Además, una batalla en la que “todo vale”, como fue la elección a la presidencia del Congreso: mientras que el candidato del oficialismo venía de las filas del fujimorismo, el candidato del fujimorismo venía de las filas del oficialismo, del mundo empresarial y de lo que podemos llamar la vieja oligarquía. En estos días se ha dado una situación similar: los que antes rechazaban la propuesta de adelanto de elecciones generales como solución a la crisis –que en mi opinión sigue siendo la mejor opción–, hoy la piden frente al cierre del Congreso.

El Congreso se convirtió para la ciudadanía en un mundo bizarro, fuente de desorden, frustraciones y hasta indignación que terminó por alentar la antipolítica. Así, pese al esfuerzo de algunos pocos por recuperar la política para la sociedad, finalmente la representación, las identidades, las ideologías y la misma política, terminaron por naufragar. Y si a ello le sumamos la corrupción que compromete a empresarios, políticos, jueces, fiscales, autoridades públicas, etc., lo que vivimos hoy es el colofón de una crisis mayor que se ha ido poco a poco sedimentando luego del gobierno de transición de Valentín Paniagua y que ha terminado por explotar en estos días mediante un acto de fuerza como es el cierre del Congreso.

Es curioso que el ciclo político que comenzó con un golpe de Estado el cinco de abril del 92 y con la disolución del Congreso aprobada mayoritariamente por la población de aquel entonces, termine hoy de la misma manera: con la disolución del Congreso aprobada mayoritariamente por la población. Y si bien los hechos no son los mismos, los comportamientos son similares, lo que demostraría que esta democracia realmente existente ha llegado a su fin al no poder construirse como un espacio de resolución de los desacuerdos y diferencias y también en tanto expresión de una mejor convivencia social y de un nuevo tipo de sociedad y Estado. No es casual que la palabra “república empresarial” tenga éxito. Por ello, no es extraño que los militares hayan reaparecido en esta crisis, sentados al lado del presidente Vizcarra, para recordarnos que el poder existe y que ellos, junto con los empresarios, son parte del mismo.

Alberto Adrianzén. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.