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Política

Púlpitos rebeldes

“La actitud de los obispos alemanes hasta ahora se limita a la esfera de lo práctico, y no parece haber discrepancias teológicas con el Vaticano”.

MIRKO
MIRKO

La Conferencia Episcopal de Alemania está dispuesta a chocar con el Vaticano, si no lo ha hecho ya, en torno a varios niveles de discrepancia. El primer nivel es el derecho de las autoridades católicas alemanas para modificar, en una asamblea sinodal, aspectos claves de la práctica eclesiástica en el país, sin necesidad de contar con la aprobación del papa Francisco.

Una comunicación de Roma ya ha planteado que la propuesta sinodal de los alemanes “no es eclesiológicamente válida”, lo cual descalifica de partida las decisiones que se tomen en esa reunión. Los obispos de Alemania han declarado que piensan seguir adelante con su proyecto de cambios, al cual ven con posibilidades de influir en el mundo entero.

El segundo nivel de conflicto son los temas que el sínodo se dispone a discutir. Entre otros: poder y autoridad en la Iglesia, moralidad sexual, el celibato de los sacerdotes, y la relación de las mujeres con el sacerdocio. A rasgos gruesos, matrimonio de curas, ordenación de mujeres, y nuevos planteamientos sobre homosexualidad.

En torno de todo esto orbita el obvio reclamo de mucha mayor autonomía de la Iglesia alemana frente al Vaticano. Es este aspecto el que ha introducido la palabra cisma en los comentarios periodísticos sobre lo que viene sucediendo. Ni Roma ni Berlín reconocen que este sea el destino final del conflicto, pero por ahora las posiciones parecen irreductibles.

Esta rebelión teutónica sin duda afecta a Francisco, que se venía tomando un largo tiempo en llevar adelante su propia visión de qué reformas son necesarias y prioritarias para la Iglesia Católica. A primera vista la iniciativa de los alemanes es mucho más radical, y entra a temas que Francisco y la curia romana ni siquiera desean discutir.

Para el cardenal Reinhardt Marx, presidente de la comisión episcopal alemana, las decisiones surgidas del heterodoxo sínodo le servirán a la Iglesia Universal. Lo cual parece una manera suave, pero a la vez firme, de plantearle un desafío a las reuniones que viene convocando el Vaticano para abordar problemas de esta época.

La actitud de los obispos alemanes hasta ahora se limita a la esfera de lo práctico, y no parece haber discrepancias teológicas con el Vaticano.

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