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Política

Estereotipos e ideología machista

Patricia Ruiz Bravo L. (*) | “No se trata, lamentablemente solo de la opinión del Sr. Olaechea, sino del machismo, de las masculinidades hegemónicas”.

Patricia Ruiz Bravo
Patricia Ruiz Bravo

Las declaraciones del presidente del Congreso de la República, Pedro Olaechea, son un claro ejemplo de la manera en que opera la ideología machista y la necesidad de combatirla sistemáticamente.

Basándose en estereotipos y aseverando falsedades, el presidente del Congreso se siente con todo el derecho a señalar que las mujeres se relajan en la peluquería pues es el único lugar en que se preocupan de ellas. De nada valen los estudios y evidencias que señalan las dobles y triples jornadas laborales de las mujeres, la falta de tiempo libre, las desigualdades en salarios, la violencia cruel en su contra y el flagelo de la trata y el feminicidio. Tampoco el esfuerzo denodado de nuestras deportistas por lograr sus objetivos y dejar en alto el nombre del Perú.

De un plumazo se borra una realidad y se instala otra: mujeres tensas que requieren una peluquería para relajarse. ¿Qué sabe el Sr. Olaechea sobre las mujeres? ¿De quiénes habla? ¿Por qué se siente con el derecho para decir semejantes opiniones que ofenden a las mujeres y desconocen su lucha por más igualdad y democracia? ¿No sabe acaso que él, como persona y como presidente del Congreso, debe respeto a las ciudadanas y a su lucha por la justicia?

Pues si no lo sabe y no quiere aprender no debería ocupar el cargo que ostenta. No se trata luego de decir que ha sido un error. Sabemos –ya lo señaló Freud– que habló desde sus convicciones más profundas aunque sin reparar en lo que ello provocaría en la ciudadanía. Mujeres y hombres no demoraron en protestar por las redes y denunciar el machismo y violencia que estas opiniones delatan.

Pero el problema es más grave aún. No se trata, lamentablemente, solo de la opinión del Sr. Olaechea, sino del machismo, de las masculinidades hegemónicas y del sistema de género que avala esta posición y se encarna en muchas otras personas a lo largo y ancho del país, pero también en el Congreso impidiendo leyes que promuevan una mayor igualdad y respeto de los derechos de las mujeres. No debe sorprendernos entonces que estos grupos, de los cuales el señor Olaechea es su más conspicuo representante, se opongan a la educación sexual en las escuelas, rechacen las propuestas de paridad y alternancia en la política y restrinjan la autonomía y el poder para las mujeres. No, señor Olaechea, no puede impunemente decir lo que dijo. Aquí estamos miles de mujeres y varones para contestarle. Seguiremos en la lucha.

(*) Docente PUCP.

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