(*) Por Sofía Macher Batanero. Doctora en Sociología.
Nuestro sistema electoral, reconocido por su transparencia y validado por observadores internacionales, enfrenta ataques constantes que buscan erosionar la confianza ciudadana y manipular la competencia política. Las elecciones de 2021, consideradas limpias y fiables, fueron blanco de una narrativa de fraude fabricada por quienes no aceptaron su derrota. Falsificaciones de firmas y suplantación de votantes fallecidos fueron acusaciones infundadas y desmentidas categóricamente. Sin embargo, la estrategia persiste, con el fin de controlar las entidades electorales y preparar el terreno para deslegitimar futuros resultados adversos.
Simultáneamente, el Congreso manipula mecanismos legales para eliminar a líderes opositores clave. Figuras como Martín Vizcarra, Francisco Sagasti, Salvador del Solar y Mirtha Vásquez son objeto de persecuciones arbitrarias, diseñadas para apartarlos de la vida política. El caso de Del Solar, acusado absurdamente (pese a existir una sentencia del Tribunal Constitucional que lo exonera), y recientemente la arbitrariedad perpetrada contra Víctor Zamora, revelan la prepotencia y el abuso de poder. Estas acciones no solo buscan eliminar la competencia electoral, sino también socavan el Estado de derecho y degradan la democracia.
La degradación democrática no es exclusiva del Perú. Nicaragua, Venezuela y Guatemala muestran cómo regímenes autoritarios manipulan herramientas legales para perpetuarse en el poder. En Nicaragua, líderes disidentes han sido encarcelados y privados de su nacionalidad, y los partidos opositores eliminados. En Venezuela, se inhabilitó a opositores y se vició el resultado electoral; mientras en Guatemala se intentó anular la victoria del presidente electo y hoy se insiste en ese afán.
Debemos rechazar estos abusos. Un Congreso desprestigiado que actúa sin límites y un Ejecutivo cómplice en la persecución política y la amenaza al sistema electoral degradan nuestra democracia. Los líderes políticos deben alzar la voz y denunciar estas prácticas sin cálculos políticos.
Colectivo de mujeres diversas, desde diferentes trayectorias, tendencias políticas, territorios y experiencias, que se levantan en voz unida con el objetivo común de rehabilitar la esperanza en la construcción del país. Se comprometen y convocan a un diálogo abierto, y a tejer lazos para contribuir a un proyecto democrático que impidan que el autoritarismo y la corrupción se apoderen de las instituciones.