Culminan los Juegos Olímpicos de París y se despiden por todo lo alto, como ocurrió también durante la inauguración, tan llena de escenas icónicas, mensajes provocadores y el portento de los logros del hombre y la tecnología, tan hermosamente amalgamado.
La fuerza, destreza, velocidad de los atletas, que rompen límites y barreras, han dejado su estela de nuevas marcas olímpicas y de mayores retos para quienes sueñan con Los Ángeles 2028. Hacia allá estarán dirigidos los esfuerzos de los próximos años.
Brasil, Cuba y Ecuador siguen en el top del medallero sudamericano y repiten los resultados alcanzados en Tokio 2020. El gigante brasileño acumula 20 medallas olímpicas; Cuba, 9 y nuestro vecino Ecuador llevó a casa 5. ¿Cuál ha sido la gran revolución deportiva hecha por Ecuador para estar cosechando éxitos que los hace mantenerse entre los países más exitosos en la región? Es fundamental que esa experiencia sirva para el Perú y que se copien los buenos ejemplos que están dando frutos.
El haber arañado el triunfo en surf, la vela y la medalla de bronce para Stefano Peschiera resultan excelente aliciente para una renovación que reclama urgentemente el deporte peruano. Un buen punto de partida, pero que demanda varios compromisos y una serie de renunciamientos, en especial de la dirigencia.
Resulta inaudito que los atletas sigan reclamando apoyo del Estado o atención de sus respectivas federaciones, mientras resaltan el esfuerzo personal o familiar que les ha permitido lograr buenas actuaciones en París. No es posible que sigamos siendo el país en el que se hacen polladas para financiar un boleto de avión a alguna competencia deportiva. Indigna que no salgamos de ese bucle pernicioso que nos lleva a mirar la planilla viajera de los dirigentes e invitados y la magra asistencia de los deportistas.
Soñar con Los Ángeles con mayor optimismo requiere de cambios profundos. Estos cuatro años que faltan para el 2028 tendrán que ser de renovación y mayor impulso al deporte nacional en todo el territorio patrio.
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