¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Los temas de fondo

“El actual modelo con ‘comités de selección’ –que regula la Ley de Contrataciones del Estado– claramente ha sido rebasado...”.

Mientras estalla la enésima crisis, de pronóstico reservado, los temas de fondo quedan –una vez más– a un lado. De manera precipitada, los diversos actores políticos elevan sus apuestas para resolver la crisis a su favor en el más breve plazo posible, sin prever las consecuencias de la inestabilidad crónica que vivimos. En esa carrera imprudente, las denuncias se utilizan como armas arrojadizas para dañar al adversario, pero nunca para implementar soluciones estructurales a los problemas que estas denuncias expresan.

Las licitaciones de obra pública son la madre del cordero de la corrupción en el Estado, desde los millones de Odebrecht hasta el puente Tarata. ¿Qué reforma se ha discutido desde que estalló el caso Lava Jato, allá por el 2016? ¿Cómo evitamos que la corrupción siga direccionando las decisiones sobre qué obra se hace con la plata de todos los peruanos y peruanas, y a qué empresa se le encarga?

El actual modelo con “comités de selección” –que regula la Ley de Contrataciones del Estado– claramente ha sido rebasado por la realidad. Los trucos para influir en las decisiones se multiplican y el “diezmo” es el sentido común de los que entran a manejar dineros del Estado.

¿Cómo rompemos esa costra de corrupción en la obra pública? Hace un tiempo propuse (aquí: https://tinyurl.com/4w6auv6s) una idea loca, prestada de las revistas científicas: que evaluadores ciegos elegidos por sorteo evalúen de manera aleatoria y anónima las propuestas presentadas a las licitaciones. Otra ruta es recuperar la capacidad de obra pública del Estado, des-privatizando el rol del mismo en la infraestructura, con un cuerpo de ingenieros públicos y maquinaria propia que reduzca nuestra dependencia de las empresas contratistas y sus lobbies.

Seguramente habrá mejores ideas que estas. Pero mientras se incendia la pradera, seguimos sin poder discutir seriamente cómo reformar nuestro Estado.

La República

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