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Idiotas

“La persona que más idioteces ha soltado en los últimos tiempos no es alguien elegido, sino nombrado. La relación entre el éxito de un partido y el número de idiotas que transporta hacia los cargos electivos o nombrados no es algo mecánico”.

Hay hoy en la política peruana una verdadera plaga de idiotas. ¿Dónde estaban hasta ahora? Suponemos que en los bordes de la actividad pública, lanzando idioteces con pocas consecuencias más allá de su círculo personal. Ahora el idiota político tiene un potente megáfono en los medios y en las redes sociales.

Hay temas y ángulos que los atraen más que otros. Un frecuente caso de idiotez es pensar que el desafío al sentido común tiene un valor por sí mismo. Otro es suponer que nadie se va a dar cuenta de qué significa pregonar méritos importantes de Adolfo Hitler, o sostener que la violación se produce debido a circunstancias muy comprensibles.

No todos los políticos hoy en cargos públicos son idiotas, pero quienes lo son llaman mucho nuestra atención. Comenzando por la pregunta, ¿por qué son elegidos? Tienta pensar que hay allá afuera muchos idiotas, que se reconocen entre ellos, y votan los unos por los otros. Pero acaso la cosa no es tan simple.

La persona que más idioteces ha soltado en los últimos tiempos no es alguien elegido, sino nombrado. La relación entre el éxito de un partido y el número de idiotas que transporta hacia los cargos electivos o nombrados no es algo mecánico. A veces una sola frase funciona como una radiografía del pensamiento de casi todo un partido.

Si se tratara de establecer al ojo de dónde viene la mayoría de los exabruptos de atrevida idiotez, habría que pensar en quienes ya están (ya estamos) en la desembozada vejez. Es la idea que el respeto a las canas se va a trasladar a un respeto por cualquier cosa que el anciano o la anciana diga. Muchos corren un riesgo, como se ve.

La juventud produce sus propios idiotas, que incluso pueden ser particularmente intensos. Pero como los jóvenes son más mudables que los viejos, los dislates son algo más variados. Además nos consolamos pensando que en las redes a las palabras se las lleva el viento, algo que no es exactamente cierto.

Nos consolamos, además, suponiendo que la idiotez siempre es obvia, y que lo es para todos. Esto no es así, o al menos no siempre. Quien es un idiota para el gran público, puede pasar por un hombre inteligente, genial incluso, en su casa o en su oficina.

La República

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