Todas las personas merecen vivir en seguridad, por Federico Agusti

Representante de Acnur en el Perú.

El 20 de junio de cada año se conmemora el Día Mundial del Refugiado, recordando de manera especial a los millones de niños, niñas, mujeres y hombres que han debido huir de sus hogares por la guerra, la violencia y la persecución.

Este año, el informe de Tendencias Globales de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) nos deja un panorama escalofriante: hay más de 100 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo. Tres veces la población del Perú.

Personas que en muchos casos huyen de sus países con lo puesto, dejando atrás sus hogares, familia, amigos, sueños; que emprenden viajes difíciles en busca de protección y seguridad para ellos y sus familias.

Llegan a su destino, un país nuevo, con ganas de aportar, con ilusiones de rehacer una nueva vida, de volver a comenzar, de ser bienvenidos. Hoy Perú es tierra de acogida, con más de 1.3 millones de personas venezolanas refugiadas y migrantes en el país. Pero no siempre ha sido así, el Perú ha sido tradicionalmente un país emisor de migrantes con más de 3 millones de peruanos viviendo fuera del país.

La sociedad peruana ha sido solidaria con las personas refugiadas. La evidencia muestra que, si les damos la oportunidad, los refugiados contribuyen de forma positiva a la sociedad de acogida a todos los niveles: económico, social, cultural. Según datos de la Cámara Empresarial Venezolana-Peruana (CAVENPE), el 47 % de la población venezolana en Perú cuenta con estudios profesionales o técnicos. El 72 % son jóvenes profesionales altamente calificados y con disponibilidad para trabajar. Según un informe del Banco Mundial, la integración de la población venezolana en el Perú podría mejorar la productividad del país en un 3,2 %.

En cuanto a perfiles, las personas refugiadas y migrantes venezolanas en Perú cuentan con profesiones en el ámbito de la ingeniería (21.5%), la educación (18.3%) y la salud (9.25%), profesiones que, de acuerdo con el Ministerio de Trabajo, son altamente demandadas por el mercado laboral peruano. El mejor ejemplo fue la pandemia: en 2021 más de 5.600 profesionales de la salud venezolanos fueron contratados por el MINSA para apoyar en regiones donde más hacía falta.

Muchos más podrían unirse y cerrar brechas existentes en el mercado laboral peruano. Para ello, contar con la documentación adecuada es clave.

El ángulo laboral es una cara de la integración, pero la integración plena necesita tomar en cuenta ángulos sociales y culturales. Es un camino que recorrer: hagámoslo conjuntamente recordando lo mucho que nos une con nuestros hermanos venezolanos. El arte, la música, el deporte son ejemplos de lo que podemos hacer si trabajamos juntos, como parte de un mismo equipo.

Los desafíos existentes son todavía muchos: fortalecer los mecanismos de coordinación regional; buscar alternativas para que el ingreso regular al país pueda hacerse por los pasos habilitados, con requisitos realistas y registrando a las personas que buscan seguridad en el Perú; volver a abrir con presencialidad el sistema de asilo, acelerar los procesos de acceso a la documentación y promover la integración de todas las personas que necesitan protección internacional.

En Perú, Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, trabaja con otras agencias de Naciones Unidas, socios, asociaciones de base comunitaria, personas refugiadas y migrantes para proteger los derechos de las personas refugiadas.

Esta semana y cada día, seamos amables, abiertos, solidarios, con las personas refugiadas. Nadie elige ser refugiado. Para miles de personas hoy Perú es un santuario, un lugar donde poder recuperar los sueños que tuvieron que dejar en el camino. Podemos ayudar a cambiar vidas. Ello quedará registrado en la historia. Seamos parte de esa historia.