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Semana de derrumbe

“Se trata de la expresión de una ideología, donde los cargos públicos son un puro pretexto para esquilmar el presupuesto público...”.

El gobierno de Pedro Castillo cierra una de las peores semanas que se le recuerda. Comenzó con la inclusión en el Ministerio de Desarrollo Agrario de alguien como Javier Arce, sin estudios ni experiencia en el sector, en vísperas de una crisis alimentaria global. Continuó con la publicación de la conversación donde Zamir Villaverde y Bruno Pacheco jugaban a repartirse los cargos y el dinero del aparato estatal (lo que confirmaría la existencia de una organización criminal en las alturas del poder). Y terminó con la censura de la ministra de Trabajo, Betssy Chávez, con los votos decisivos del cerronismo, supuesto integrante del oficialismo.

Este es un récord lamentable incluso para este vértigo de delaciones, corruptelas, torpezas, acusaciones cruzadas, nombramientos impresentables, falta de liderazgo y traiciones varias que han sido los primeros 10 meses de Pedro Castillo en la presidencia. En pocos días hemos visto condensadas las causas que lo han arrastrado hasta este punto de desintegración, desgobierno e incertidumbre cotidiana del que parece no haber vuelta atrás. ¿Cuántas semanas de descomposición sistemática como la que acaba puede soportar un gobierno antes de colapsar por completo?

Quizá el episodio más explícito haya sido el diálogo publicado por Willax entre Villaverde y Pacheco. En este no solo escuchamos a dos pillos que se afilan los dientes antes de llegar al poder para saquear el Estado. Se trata de la expresión de una ideología, donde los cargos públicos son un puro pretexto para esquilmar el presupuesto público, a través de la designación de recomendados, la organización de licitaciones arregladas y toda clase de maniobras conexas. Un modo de entender las cosas que, por lo dicho en el lenguaje barriobajero de la conversación y por las evidencias que aparecen todos los días, se extiende a un amplio sector del nuevo gobierno y se encarna en Juan Silva —exministro de Transportes y Comunicaciones—, Vladimir Cerrón y Pedro Castillo.

Incluso si asumimos que no participaba en sus movidas o las desconocía —algo francamente improbable a estas alturas—, el presidente no puede quitar cuerpo ante la corrupción de medio pelo que traslucen estos audios. Él fue responsable de colocar en su entorno a un sujeto expulsado de la policía, que participó en el asalto a balazos de una pizzería como Villaverde, a un operador mediocre y mafioso como Pacheco, y a un traficante de terrenos como Silva, y de no distanciarse de un condenado por corrupción como Cerrón, que es investigado por el caso Los Dinámicos del Centro y a quien, mientras se cierra esta columna, se le vienen allanando su casa en Huancayo y su oficina en Junín. ¿Qué resultados esperaba con semejante selección?

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.