Fiscal exige al Gobierno reponer equipo que apoyaba al Eficcop

Respaldo a Guillén

El ministro del Interior dimitió por problemas con el jefe de la Policía Nacional.

Es una nueva crisis política que se mantuvo enlarvada hasta que estalló en la cara del Gobierno. Ya se conocía que el ministro del Interior, Avelino Guillén, había hecho cuestión de Estado por la permanencia en el cargo del jefe policial, Javier Gallardo.

Era una desconfianza abierta y una exigencia de separación inmediata. El ministro mantuvo esta confrontación por semanas, esperando que el presidente Castillo lo respaldara e hiciera suya la decisión de cambio de mando en la Policía.

Nada de ello ocurrió, y por el contrario, el caso, al no ser atendido, fue cobrando mayores dimensiones que solo tenían una salida: la carta de renuncia del ministro del Interior presentada ayer a primeras horas y que aún se mantiene sin respuesta.

Es obvio que la posición del ministro, tan abiertamente desairado, tenía que ser la de plantear su salida inmediata del gabinete. Es comprensible desde todo punto de vista. Sin embargo, es muy mala noticia para un gobierno tan precariamente organizado y que se abre muchos frentes, sin lograr cerrar ninguno bien y rápido.

La salida del ministro Guillén es inaceptable en un momento en que la inseguridad ciudadana se profundiza y las medidas anunciadas para combatir el sicariato y otras formas que está adoptando el delito en el país, podrían convertirse en letra muerta si se producen cambios en el ministerio que debe dirigir la lucha contra el crimen.

Es otro craso error del presidente Castillo, acostumbrado a dejar que los problemas se acumulen y adquieran dimensiones de crisis, cuando bien pudo evitarse con una decisión a tiempo, destinada a garantizar la tranquilidad política y también la buena marcha de su administración.

Es también conocido el respaldo político que tiene el ministro Guillén por parte de la primera ministra, Mirtha Vásquez. Una mala decisión presidencial va a originar, sin duda, un trance político nuevo en su propio entorno ministerial y una crisis, otra más, en sus seis inestables meses de gobierno.

Por el momento, hay que apostar a que el mandatario Pedro Castillo priorizará la buena marcha del sector Interior, aceptará la salida del jefe policial que no está alineado con su superior, el ministro Avelino Guillén, y pondrá paños fríos a esta situación que bien pudo evitarse, pero que ahora requiere muñeca presidencial y don de mando.

Respaldo a Guillén. El ministro del Interior dimitió por problemas con el jefe de la Policía Nacional.