Petro-pasado

Al finalizar el 2021, el presidente Castillo anunció el retorno de Petroperú a la explotación de crudo. El anuncio fue motivo de aplausos de quienes añoran la soberanía petrolera y de críticas de parte de aquellos que desprecian cualquier actividad empresarial del Estado. Pero a este debate —al igual que en el caso del gas de Camisea— le falta un contexto: la crisis climática que nos obliga a iniciar la transición energética.

¿Nos conviene invertir recursos en producir más petróleo? Veamos qué dice la ciencia. Según una investigación publicada en la revista Nature (https://bit.ly/3EZO8pp), el 58% de las reservas mundiales no deben ser utilizadas si queremos mantener el aumento de temperatura global en un rango seguro (debajo de 1.5 Cº). La concentración de CO2 (el gas que se produce durante la quema de combustibles) en la atmósfera es de tal magnitud (más de 410 ppm) que estamos peligrosamente cerca del límite.

Si no podemos quemar ni siquiera el petróleo que ya está descubierto, ¿qué sentido tiene incluso explorar nuevos yacimientos?

El Panel de Científicos para el Cambio Climático (IPCC) señala que las emisiones de CO2 deben reducirse en 45% para 2030 (https://bbc.in/3JIhcoT), es decir, en los próximos ocho años.

Algunos creen que ese es un problema de los países ricos, y que el Perú no debería asumir una transición energética que se considera muy costosa. Lo cierto es que la atmósfera es global: cuando superemos el límite de 1.5 Cº nadie va a preguntar si esa última molécula de CO2 fue emitida por un país pobre o rico. Es como un tacho de basura a punto de llenarse: para que no rebalse, todos debemos dejar de echar basura.

Además, eso de que la transición es “costosa” es un mito (o un tema de prioridades). El Estado sí que tuvo US$ 5000 millones para invertir en la Refinería de Talara. ¿Y si hubiéramos usado ese dinero con mirada estratégica, pensando en el futuro?