Prueba de fuego
“Ahora toca la parte más difícil. La mesa de diálogo debe permitir no solo bajar la temperatura, sino resolver los temas de fondo...”.
El 21 de diciembre fue un día tenso. Tras la paralización de operaciones de Las Bambas ocurrida el fin de semana, la titular de la PCM, Mirtha Vásquez, se reunió con representantes de las 9 comunidades campesinas de Chumbivilcas que mantenían bloqueado el corredor minero. Su mensaje fue transparente: reconociendo la legitimidad de la protesta, los exhortó a suspender la medida de fuerza. Si el diálogo no daba resultados, la presión empresarial y política sobre el Ejecutivo sería demasiado grande y pondría en peligro el nuevo enfoque propuesto por Vásquez para abordar los conflictos sociales.
Los dirigentes señalaron que consultarían a sus bases y responderían al día siguiente. Finalmente, el miércoles las comunidades entregaron una ramita de olivo y anunciaron la apertura temporal de la vía. El 30 de diciembre Vásquez llegará a Chumbivilcas para instalar una mesa de diálogo y tratar de alcanzar compromisos más concretos.
Esta es una prueba de fuego, comparable a Conga: un gobierno de base popular, votado masivamente por las comunidades rurales, obligado a gestionar un difícil desencuentro entre estas y una empresa minera. El caso fue un parteaguas para Humala, quien optó por darle de baja a su primer gabinete y declarar un estado de emergencia que acabó con cinco muertos. Desde entonces, su gobierno se derechizó y rompió palitos con el movimiento social.
La tregua en Chumbivilcas permite un respiro de alivio, no solo para el gabinete de Vásquez, sino para quienes creemos que los conflictos deben resolverse poniendo por delante el diálogo y los derechos humanos.
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Ahora toca la parte más difícil. La mesa de diálogo debe permitir no solo bajar la temperatura, sino resolver los temas de fondo: los impactos ambientales de la carretera y las justas expectativas de la población de percibir los beneficios económicos del mineral que se extrae de sus territorios.
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