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Hermanón a bordo

“Un factor a tomar en cuenta es que Belmont no es una persona acostumbrada a quedarse callada. Habrá que ver cómo maneja las complicadas relaciones entre la discreción de una asesoría y las francotas declaraciones que ha practicado toda su vida”.

La presencia de Ricardo Belmont como asesor en Palacio es una sorpresa política. No se le conocía una relación estrecha con Pedro Castillo, y las fotos sonrientes han sido más bien con Vladimir Cerrón. Tampoco se le conoce al hermanón mayores inclinaciones hacia la izquierda, más allá de un estilo verbal populista desarrollado en la radio.

En efecto Belmont ha tenido en su historia precisamente aquello que le falta a Castillo, un discurso siempre al borde de lo sentimental, capaz de conectar con algunas corrientes de sentimiento popular. Eso le sirvió para ganar dos veces la alcaldía y una curul accesitaria. El resto de su peripecia electoral no fue muy ilustre.

Un salto de la imaginación podría suponer que ha sido reclutado para entrenar en las artes de la labia política, una suerte de personal trainer para darle más comunicabilidad a la presidencia. Pero además del verbo fácil Belmont tiene larga experiencia en la política criolla, que trae un tipo de información que nunca está de más para un gobernante.

No está claro el alcance que tendrá esta asesoría, o para qué áreas ella está siendo solicitada. Belmont estrenó con éxito la idea del independiente (ajeno a los partidos establecidos) en 1990. Hoy su percepción de lo político parece irremediablemente antigua, y hasta el actual nombramiento nadie lo estaba tomando muy en serio.

Todo presidente necesita ser asesorado, aunque no todos lo han aceptado. En esa necesidad Castillo no es una excepción. Haber echado mano a Belmont puede sugerir que el presidente no tiene muchas figuras para escoger, salvo que Belmont tenga algunas virtudes ocultas que hasta el momento como gran público desconocemos.

En todo caso, el gesto no es banal. Castillo se ha salido del previsible elenco de izquierdistas o progresistas disponibles, para aproximarse a un político de probados impulsos conservadores. A la vez es notorio que en un tuit, con foto, Cerrón le agradece a Belmont “los buenos consejos”, aunque en otro precisa que “no es propuesta del partido”.

Un factor a tomar en cuenta es que Belmont no es una persona acostumbrada a quedarse callada. Habrá que ver cómo maneja las complicadas relaciones entre la discreción de una asesoría y las francotas declaraciones que ha practicado toda su vida.

La República

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