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¡No pasarán!

López Aliaga ha atacado a periodistas, en especial mujeres, y sus huestes tuiteras siguen su mal ejemplo.

¿Qué propicia este descontrol verbal que acomete al candidato López Aliaga cuando se encuentra frente a una periodista? ¿Por su boca habla el machismo o la misoginia? ¿O es como dice Juan De la Puente, que expresa la virulencia ante el otro, el enemigo, a quien hay que destruir porque no piensa ni actúa como yo?

De la Puente señala que es una nueva etapa en la política, y califica de prefascismo lo que viene ocurriendo en esta contienda electoral y lo que se avecina. Hemos podido apreciar que no es una simple polarización la que vivimos. Es la descalificación total, completa del individuo que tiene ideas opuestas. Se formulan preguntas como ¿qué piensas del aborto?, ¿qué piensas del enfoque de género?, por ejemplo. Y las respuestas sirven para que quien responde sea defenestrado, inhabilitado y vaya a morar con las almas perdidas.

Este análisis bipolar, en el que el mundo se divide en creyentes y no creyentes, abortistas y defensores de la vida, comunistas y liberales, progays o antigays; ha ensombrecido la campaña y hay quienes se sienten acreditados para atacar e insultar a mansalva y hacer uso de su vulgar anonimato. Hemos visto con perplejidad todos los ataques provenientes del grupo que alienta la candidatura de López Aliaga contra Rosa María Palacios, Mónica Delta, Mávila Huertas, Juliana Oxenford, Clara Elvira Ospina, Roxana Cueva, entre otras; quienes han confrontado en entrevistas al candidato López Aliaga. Han sido víctimas de sus maltratos verbales, y luego sus huestes tuiteras han lanzado todo tipo de frases descalificadoras.

Es obvio que este deterioro del nivel del debate político debe parar. Son los propios candidatos quienes deben llamar a la reflexión a sus simpatizantes y personal contratado para la campaña, en especial Rafael López Aliaga, porque estamos al borde del abismo y el despeñadero nos amenaza a todos por igual. No podemos esperar que el retroceso que estamos viviendo en términos de salud, economía y calidad de vida se agrave y deteriore con estas amenazas contra las mujeres y los que piensan distinto.

Entendemos la democracia como un sistema en el que caben todas las diferencias; y la república, como una comunidad de iguales ante la ley. Es en este sistema en el que queremos vivir y es la comunidad a la que nos honra pertenecer. Por eso, fuerte y claro les decimos “no pasarán”.