La prensa ha venido informando sobre los diferentes personajes que están interesados en candidatear a la presidencia del país. Parte de esta cobertura ha sido dar cuenta de los resultados de intención de voto que aparecen en las encuestas. Por eso, es importante analizar desde donde la gente responde hoy a la pregunta de “si mañana fueran las elecciones presidenciales…”.
Un proceso electoral tiene diferentes etapas y el clima de opinión varía en cada uno. Hay un primer momento entre el anuncio del inicio del proceso y diciembre. Acá todo se mueve en un terreno más especulativo donde los más interesados son los mismos periodistas, políticos y el grupo de gente que sigue de cerca el acontecer nacional. La Navidad se ubica como el umbral que lleva a una siguiente etapa. La segunda, que va entre enero y marzo, pone en evidencia que la campaña se inicia. Son los meses donde aparecen las primeras declaraciones efectistas, las sorpresas en las encuestas o se hace denuncias. En esa etapa, por ejemplo, García acuñó la frase de “candidata de los ricos” en el 2006 y en el 2016 Guzmán apareció como la sorpresa en las encuestas. En este momento el debate electoral se expande y abarca la atención de una mayor proporción de personas. Una tercera etapa es la asociada a la última semana del proceso. Ahí recién aumenta el nivel de atención de manera significativa. Entre un 40% a 30%, según las encuestas, reconoce que decide en esos últimos 7 a 5 días. Es donde la guerra sucia y las campañas de desinformación aumentan. Donde las encuestas no se pueden publicar, pero circulan. No hay que olvidar que alrededor del 15% reconoce que decide el mismo día.
Además de distinguir estos diferentes momentos, hay que tomar en cuenta que la actitud del electorado hacia el proceso no es el mismo y que va variando durante las etapas señaladas. La encuesta que aplicó el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en diciembre del 2019 permite ver estos diferentes tipos de público. Está el grupo que, comparativamente hablando, está más interesado e informado sobre lo que ocurre en la escena política (alrededor del 45%). Son personas que en esta primera etapa tienen algunas alternativas electorales en mente. Son los que en mayor proporción usan internet para informase sobre lo que ocurre en el debate público y quienes tienen una opinión más favorable sobre instituciones, personajes políticos o sobre el futuro del país. El segundo grupo es un tercio de la población. Son personas a las que no les interesa la política cotidiana, que usa poco o nada medios sociales para informarse de lo que ocurre en el país (los noticieros de televisión de la mañana son fuente suficiente), no sabe o no opina sobre los candidatos y está desinformada sobre las instituciones, personajes políticos o cualquier asunto de interés público. Son los que en mayor proporción deciden al final (56%). Las encuestas de hoy no captan su intención de voto. Por último, está un tercer grupo, una quinta parte del electorado. Son los que tiene una marcada actitud antiestablishment. Su interés en la política es bajo, pero su afecto está marcado por el rechazo a los políticos y las instituciones. Todo lo evalúan negativamente. Hay una mayor proporción en el interior del país. En ellos prima la percepción de que el voto es una pérdida de tiempo. Votar en contra de, viciar o dejar la boleta en blanco son sus alternativas.
Las encuestas de estas fechas recogen en mayor medida el recuerdo de marcas partidarias y personajes, pero principalmente del segmento más cercano a la política. Ese 55% que se vincula desde el rechazo o la indiferencia no responde o lo hace de manera poco consistente. Las encuestas de hoy recogen recuerdos que flotan en la cabeza y solo algunos responden con convicción.
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